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Unión en reconstrucción

Unión en reconstrucción

Bien dicen que es mucho más fácil destruir que construir. Ese dicho popular se vuelve a constatar tras la reunión cumbre de presidentes en Brasilia en el intento de reflotar la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). Ese espacio, trabajosamente elaborado a principios del siglo para la integración regional durante el primer ciclo progresista en el subcontinente, fue puesto en marcha en 2011, pero fue detonado por los gobiernos derechistas a partir de 2016. Con el regreso de Lula da Silva al Planalto, el proyecto vuelve a plantearse como una necesidad, pero en este primer encuentro se perciben las huellas del retroceso registrado en estos años y lo dificultoso que será reconstruir una cofradía que se saltee la grieta continental.
El primer obstáculo fue comprobar que no todos los países que se alejaron de la UNASUR a instancias de mandatarios conservadores en la «Era Trump» están dispuestos a volver así como así. El escollo que apareció fue el regreso de Venezuela y especialmente del presidente Nicolás Maduro a los foros regionales, que ya había sido el argumento para vaciar de contenido a la entidad y crear en su lugar artilugios como los fugaces y ya olvidados Grupo de Lima y Prosur.
Del encuentro en el Palacio de Itamaraty participaron, junto con Lula Da Silva, el presidente argentino Alberto Fernández y los jefes de Estado de Bolivia, Luis Arce; de Colombia, Gustavo Petro; de Paraguay, Mario Abdo Benítez; de Ecuador, Guillermo Lasso; de Guyana, Irfaan Ali; y de Surinam, Chan Santokhi. Perú envió al jefe de Gabinete, Alberto Otálora, ya que el Congreso no autorizó el viaje de la presidenta de facto, Dina Boluarte.
El eje de los debates –para algunos la excusa que demoraría el renacimiento de Unasur o algún proyecto similar– estuvo en el rechazo a Maduro expresado por el uruguayo Luis Lacalle Pou y la crítica del chileno Gabriel Boric. El disparador fue la caracterización de Lula sobre Venezuela. «Siempre defendí la idea de que cada país es soberano para decidir su régimen político, qué tipo de elecciones tendrá y para debatir cosas internas», sostuvo el líder brasileño, para agregar luego: «Maduro sabe la narrativa que construyeron contra Venezuela durante tanto tiempo». Según Da Silva, una narrativa similar fue la que se construyó a su alrededor para llevarlo a prisión en 2018.

Cuestión de palabras
Sobre esa mágica palabrita se montaron Lacalle Pou y Boric. «Quedé sorprendido cuando se habló de que lo que sucede en Venezuela es una narrativa», dijo el uruguayo. «Lo peor que podemos hacer es tapar el sol con un dedo. Pongámosle el nombre que tiene y ayudemos», completó. Desde otro sector del espectro político, Boric expresó que «hay una discrepancia en las declaraciones del presidente Lula: no es una construcción de una narrativa, es una realidad seria y la vi en los ojos de venezolanos que llegaron a nuestro país». 
El chileno mostró matices en el cuestionamiento, ya que no tuvo problemas en cruzarse con el heredero de Hugo Chávez, y tras aclarar que «como presidente de izquierda era importante enfrentarlo de frente a Maduro por primera vez en un foro internacional» se sumó al pedido a Estados Unidos y la Unión Europea para que terminen «con las sanciones, que debilitan a los pueblos y no a los gobiernos».
Alberto Fernández había mantenido un encuentro con su par venezolano y también reclamó el fin de las sanciones. El canciller Santiago Cafiero fue más efusivo en declaraciones radiales ante las críticas que lanzaron desde la oposición sobre el Gobierno argentino. «Yo no sé qué mundo están viendo, se quedaron con el mundo de (Juan) Guaidó y (Donald) Trump, pero ese mundo se acabó. Ese fue un abordaje sobre la situación venezolana, que es compleja, que fue un abordaje de exclusión y de sanciones unilaterales», dijo.
Lula también se había referido al exdiputado venezolano y a una recomendación para resolver la crisis política que sufre el país caribeño. «Le dije a Maduro que él debería construir una narrativa, le dije que necesita hacer un documento con todos los partidos de oposición, movimientos sociales, sindicatos, Parlamento y gobernadores para pedir respeto a la soberanía de Venezuela, porque el mundo llegó a elegir a un presidente que era una persona que no existía y sufre un bloqueo económico».
El líder metalúrgico también apuntó contra la doble vara de los discursos críticos contra el Gobierno chavista. «La misma exigencia que el mundo democrático hace para Venezuela no la hace para Arabia Saudita», con lo que se ganó una inminente respuesta del régimen de la casa de Saúd.

Unidad y divergencias
Fiel a su estilo componedor, pero que no se guarda nada, el brasileño recordó que en la primera década del siglo XXI pudieron convivir en el mismo espacio regional Hugo Chávez con el expresidente colombiano Álvaro Uribe, y expresó que espera poder reconstruir un foro de las mismas características, pero de mayor amplitud. «Ningún país por sí solo tendrá fortaleza para enfrentar los retos de la geopolítica y la economía mundial actual», indicó en su discurso inaugural. «Debemos profundizar nuestra identidad sudamericana también en el ámbito monetario a través de mecanismos de compensación más eficientes y la creación de una unidad de referencia común para el comercio, reduciendo la dependencia de monedas extrarregionales», agregó, dando un paso más allá de lo que fuera el organismo que tuvo como primer secretario general a Néstor Kirchner.
A falta de mayores compromisos en esta instancia, los presidentes acordaron un documento final, el Consenso de Brasilia, que en sus 9 puntos determina los valores y los pasos necesarios para construir un espacio de integración regional. Menciona el respeto a la democracia y la no injerencia en los asuntos internos de los otros países, pero no habla de volver a la Unasur. El actual presidente colombiano, Gustavo Petro, tras anunciar que su país se reincorporaba a la Unión de Naciones Suramericanas, «ratificando el tratado del Congreso a través de una ley», consideró oportuno pedir una modificación al nombre de la institución. «He solicitado que se llame Asociación de Naciones Suramericanas, para garantizar el pluralismo y la permanencia en el tiempo», propuso. Iván Duque, el presidente que le entregó el bastón de mando a Petro en 2022, publicó en un tuit que «para reingresar (a Unasur) hay que hacer todo el trámite de ley en el Congreso y de control en la Corte Constitucional». El mecanismo de adhesión había sido legitimado en su momento por cada uno de los Parlamentos regionales, pero el retiro de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú fue una suspensión por decretos presidenciales anunciada en abril de 2018 a Bolivia, que con Evo Morales había asumido la presidencia pro-témpore del bloque. La excusa, entonces, fue que había vencido el mandato de Ernesto Samper, quien también había sido presidente de Colombia, y que no había consenso para elegir un sucesor. Responsabilidad que era de los jefes de Estado, por cierto. Samper, en una columna en el diario español El País pidió este miércoles «retomar sin mayores dilaciones la regionalización desde el Sur con el mismo espíritu y dinamismo que dio nacimiento al proceso más complejo de integración alcanzado en esta parte del mundo que fue y debe volver al bloque sudamericano». 

Revista Acción, 1 de Junio de 2023

Guillermo Lasso y el efecto Coriolis

Guillermo Lasso y el efecto Coriolis

La elección como sede de la Unasur de Ecuador, y más concretamente de Quito, tenía un interesante sentido simbólico. Por allí pasa el círculo máximo del eje de rotación de la Tierra. Es la Mitad del Mundo,  el paralelo 0º, donde el planeta se divide por una línea equidistante de los polos. A ambos lados de esa traza imaginaria cambia el sentido del giro de una corriente de agua que fluye al sacar el tapón de una pileta en función del llamado Efecto Coriolis, bautizado así por el científico que lo describió en 1836, el francés Gaspard-Gustave Coriolis.

Como una maldición del destino, la suerte de Ecuador y de la región fluctúa según algún efecto aún no descripto pero que tiene todas las características del Coriolis. O sea, apenas uno se mueve un poquito al norte o al sur, cambia el sentido de los gobiernos, de las políticas económicas, de las alianzas exteriores.

Lo padeció Rafael Correa, cuando en 2017 dejó el poder en manos de su elegido, Lenin Moreno, quien había sido su vicepresidente y al que pidió votar como una continuidad del proyecto que encabezaba desde que en 2007 asumió el gobierno y modificó las reglas de juego, entre ellas la Constitución. Fue Correa uno de los impulsores de la Unasur, junto con ese “seleccionado de estrellas” que gobernó el subcontinente desde el 2003 hasta el 2015.

La llegada de Mauricio Macri en diciembre de ese año cambió el sentido de giro. Si bien ya en Paraguay se había producido el derrocamiento legislativo de Fernando Lugo, no sería hasta la destitución de Dilma Rousseff, en 2016, que ese efecto se hizo más evidente. Luego vendría otra catástrofe con la llegada de Jair Bolsonaro al Palacio del Planalto, en 2018.

A esa altura, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú dejaban la Unasur, siguiendo a Lenin Moreno, que reclamó la devolución del soberbio edificio diseñado por Diego Guasayamin y a punto estuvo de mandar al horno la estatua de Néstor Kirchner, ahora en el hall del CCK en Buenos Aires.

Correa, Lula, Cristina Fernández resistían entonces los embates del sistema judicial contramayoritario diseñado para bloquear a líderes y políticas populares. Correa fue condenado por delitos de corrupción a ocho años e inhabilitación para ocupar cargos públicos. Exiliado en Bélgica, si pisa suelo ecuatoriano puede terminar entre rejas.

Entre los puntos destacables de la Constitución correista figura el artículo 148, que establece la muerte cruzada. Guillermo Lasso alegó “grave crisis política y conmoción interna”, una de las causales. Él es uno de los banqueros beneficiados por la dolarización que en 2000 salvó al sistema financiero y aumentó la pobreza y la dependencia, y estaba sometido a juicio político acusado de delitos contra la administración pública. En febrero, el correísmo había ganado en las elecciones distritales y se había impuesto en las alcaldías de Quito y Guayaquil.

Se cumplía aquel viejo apotegma de Juan Perón. Volvían quizás no por haber sido demasiado buenos, “sino porque los que nos sucedieron fueron muy malos”. Pero Correa también está proscripto y exiliado. En los meses que le quedan a Lasso tiene tiempo para terminar por decreto el plan neoliberal comenzado con Moreno. O cargar la pileta de modo que al sacar el tapón el agua siga girando en el mismo sentido y no vuelva a dispararse un tiro para el lado del progresismo.

Tiempo Argentino, 21 de Mayo de 2023

Agenda global de derechos humanos

Agenda global de derechos humanos

Si había un lugar donde realizar el III Foro Mundial de Derechos Humanos sin duda ese debía ser Argentina, en ocasión de celebrarse el 40 aniversario de la recuperación de la democracia y en vísperas de la fecha que conmemora el último golpe cívico-militar. Y efectivamente, entre el lunes 20 y el viernes 24 de marzo, se realizaron un millar de actividades en las que se presentaron más de 5.000 trabajos y propuestas de 98 países en un encuentro organizado por el Centro Internacional para la Promoción de los
Derechos Humanos-UNESCO (CIPDH UNESCO) del que participaron exmandatarios, dirigentes políticos y sindicales y magistrados comprometidos con los valores democráticos de los países iberoamericanos.
Hubo algunos gestos que por su simbolismo reflejan el espíritu con que se llevó a cabo el evento. Por lo pronto, las distintas actividades se desarrollaron en el edificio de la ex-Esma, escenario de los horrores que vivieron miles de víctimas de la represión estatal. Otras sedes fueron la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño (FADU) y el Centro Cultural Kirchner (CCK).
Precisamente en el Salón Ballena, en el CCK, fue donde la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, flanqueada por el expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y el ecuatoriano Rafael Correa, entre otros y otras, desmenuzó las razones detrás de las persecuciones judiciales que se extendieron en la región, curiosamente desde el primer Foro de Derechos Humanos realizado en Brasilia en 2013, y que entre sus perjudicados cuentan al presidente Lula da Silva, a ella misma y a Correa. Fernández destacó que el llamado «lawfare» consiste en «la criminalización de la política, pero no de toda, sino de la que tiene que ver con la redistribución del ingreso y la movilidad social ascendente».
Y allí puntualizó que con la dictadura genocida iniciada en 1976 «se interrumpió un modelo de acumulación que había nacido con el peronismo (…) cuando el hijo de un trabajador accedía a la universidad o a la presidencia. Somos hijos de ese modelo. Había otros golpes que habían derrocado al peronismo, pero fue el del 76 el que cambió esa matriz».
Luego de comparar a los golpes militares de antaño con la institucionalización del lawfare en la actualidad, la vicepresidenta analizó de qué modo entonces se instauró en la Argentina el bimonetarismo y cómo las deudas con el FMI condicionan a la democracia. También, la manera en que la reforma financiera de José Martínez de Hoz ahora sirve de instrumento para el lavado de dinero del narcotráfico. Pero siempre haciendo hincapié en que los modelos progresistas son el objetivo real. «No nos persiguen porque somos populistas, nos persiguen porque igualamos sociedades, por la justicia social, el derecho de los trabajadores a participar en el producto bruto de lo que producen».

Del otro lado
Entre los dirigentes invitados estuvieron, además, los exmandatarios Evo Morales y Ernesto Samper, el jurista español Baltasar Garzón y una delegación del partido Podemos, integrante de la coalición de Gobierno de España.
Samper, el último secretario general de la Unasur, celebró el lunes, durante la inauguración del encuentro, que Alberto Fernández anunciara la vuelta del país a esa organización regional. Es significativo que el viernes pasado, en la previa al III Foro, se inaugurara en Santiago de Chile el Grupo Libertad y Democracia, que integran exmandatarios de derecha iberoamericanos como contrapartida al Grupo Puebla y al Foro de San Pablo. Por Argentina forma parte Mauricio Macri y por Chile, Sebastián Piñera. Con Macri en la Casa Rosada y Piñera en el Palacio de la Moneda se produjo el vaciamiento de Unasur y la creación del Grupo de Lima, destinado a bloquear al Gobierno de Venezuela. Por España participan de ese flamante «contraforo» José María Aznar y Mariano Rajoy, exjefes de estado por el Partido Popular.
El caso del exzjuez Garzón tiene también un condimento simbólico importante en este encuentro en Buenos Aires. Saltó a la fama internacional cuando dictó en 1998 la orden de detención contra el exdictador Augusto Pinochet en Londres por violaciones a los derechos humanos, inaugurando el principio de jurisdicción universal para delitos de lesa humanidad.
Garzón fue un paradigma tanto en el mundo como dentro de su país por sus investigaciones sobre los crímenes cometidos por la junta militar argentina y procesó en 1999 al aviador naval Adolfo Scilingo junto a otros 97 militares argentinos. Pero pronto pasó a villano en su tierra, cuando se declaró competente para abrir procesos por crímenes del franquismo. Fue destituido en 2010 tras denuncias de grupos de abogados derechistas en su contra. Desde entonces defiende como abogado a dirigentes que sufren el acoso judicial en todo el mundo.

Revista Acción, 23 de Marzo de 2023

No es Bicentenario, recuerda Castillo: Perú es cuna de civilizaciones desde hace más de 5000 años

No es Bicentenario, recuerda Castillo: Perú es cuna de civilizaciones desde hace más de 5000 años

Fue una jura con mucha simbología, desde la vestimenta, calcada de la que popularizó hace años Evo Morales. Algunas frases del primer discurso de Pedro Castillo como presidente del Perú también son ilustrativas de un cambio profundo en ese castigado país andino y presagian nuevos aires para toda la región. “La historia del Perú silenciado es también mi historia” fue una que destacaron todos los medios. Pero no son las más determinantes para lo que puede ser el regreso de tiempos virtuosos para esta parte del mundo que sueña construir una Patria Grande.

El sindicalista docente juró su mandato en la celebración de los 200 años de la independencia, lograda por un general nacido en tierras guaraníticas, José de San Martín, al frente de soldados provenientes de lo que hoy es Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay y Bolivia.

Sin embargo, el Perú no había nacido ese 28 de Julio de 1821, como resaltó Castillo. “A pesar de que conmemoramos una fecha tan simbólica, nuestra historia en este territorio viene de mucho más atrás. Somos una cuna de civilizaciones desde hace más de 5000 años. Durante 4 milenios y medio nuestros antepasados convivieron en armonía con la naturaleza”, destacó.

El flamante mandatario fue contundente, frente a jefes de estado de varios países y a Felipe VI, el Borbón rey de España, descendiente de Fernando VII: “(Hasta que) llegaron los hombres de Castilla, que lograron conquistar el estado. La derrota del incanato dio inicio a la era colonial, y fue entonces, con la fundación del virreinato, que se establecieron las castas y diferencias que hoy persisten. La represión a la justa revuelta de Túpac Amaru y Micaela Bastidas terminó que consolidar el régimen racial impuesto por el virreinato, y subordinó a los habitantes indígenas de este país”.

Lo que dijo luego era una consecuencia casi obligada. “Yo no gobernaré desde la Casa de Pizarro. Debemos romper con las ataduras de la colonización. Cederé este Palacio para el Ministerio de las Culturas, para que sea usado que muestre nuestra historia desde orígenes”, insistió, apuntando al corazón de ese Perú al que las clases dominantes tratan de enterrar en el olvido.

Porque como también recordó el flamante presidente, hasta la constitución de 1979 hubo sucesivas restricciones para que no todos los peruanos pudieran ejercer su derecho al voto. El último escollo se derrumbó ese año al contemplar que también pudieran votar los analfabetos. Se habían ido incorporando lentamente al cabo de casi un siglo las mujeres, Antes se abrió a ciudadanos mayores sin la obligación de que pagaran impuestos. Una restricción que tenía como objetivo dejar afuera de aquella “democracia” a los no propietarios. Hoy podría ser útil para dejar afuera a quienes evaden en paraísos fiscales, pero esa es otra cuestión

El triunfo de Castillo es clave para reconstruir ese proceso de integración que en la primera década y media del siglo XXI forjaron un grupo de líderes y partidos políticos del campo popular, como Hugo Chávez, Lula da Silva, Néstor Kirchner, a los que se fueron sumando Evo Morales, Fernando Lugo, el Frente Amplio uruguayo, Rafael Correa.

Desde el 2015 se oscureció ese panorama -Mauricio Macri, golpe a Dilma Rousseff, giro de 180º de Lenin Moreno, entre otros “detalles” mediante- y la Unasur fue la primera víctima de ese proceso de reconstrucción conservadora. Hasta que el golpe a Evo Morales mostró la existencia de límites que ya no se podían cruzar tan fácilmente.

En ese escenario fue clave el triunfo de Alberto Fernández y su apoyo a Morales, cuando corría peligro su vida. Ahora van saliendo a la luz las acciones injerencistas del gobierno de Macri a pocos días de dejar el cargo y tras haber sido derrotado su proyecto derechista en las urnas.

Fernández mantuvo este 28J un encuentro bilateral en Lima con Guillermo Lasso, el banquero presidente de Ecuador. No era el candidato del gobierno argentino en los comicios de abril, ciertamente. Pero la construcción se hace con todos. Como se erigió la Unasur y la Celac, de la que participaron desde Sebastián Piñera y Álvaro Uribe a Hugo Chávez o Raúl Castro.       

México, con Andrés Manuel López Obrador, se incorporó a este proceso virtuoso a fines de 2018. AMLO ahora propone sustituir a la Organización de los Estados Americanos (OEA) por un organismo que sea “verdaderamente autónomo”. Algo parecido a eso que pretende ya existe, un tanto malherido, pero firme. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), creada en 2010 e integrada por 33 países y que comanda el propio AMLO. Sin Estados Unidos ni Canadá. Una institución que Fernández aspira a conducir en el próximo cambio de presidencia pro témpore, en enero próximo.

Es bueno recordar quiénes fueron los primeros en comandar la Celac: Sebastián Piñera hasta enero del 2013, cuando fue reemplazado por Castro. Morales estaba al frente cuando se produjo el golpe al que dio cauce sin dudas la OEA. Jefes de Estado de todos los países miembro se fueron sucediendo sin preguntar por ideología o posición social.

Porque esa es la historia y el futuro de los americanos. Venidos de barcos, salidos de las selvas, bajados de los Andes en el mismo rumbo.

Tiempo Argentino, 28 de Julio de 2021