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Rumbo a las PASO

Rumbo a las PASO

Fue un cierre de listas como no se había vivido en estos 40 años de democracia. En los dos espacios mayoritarios, corriendo contrarreloj en los últimos ajustes y en un sábado a «toda rosca», se terminaron de definir las precandidaturas que competirán en las PASO nacionales del 13 de agosto y el reparto de cargos electivos en la provincia y en la Ciudad de Buenos Aires, los más redituables políticamente y esenciales para cualquier aspiración. Finalmente, se anotaron en este primer escalón 19 fórmulas en 14 espacios políticos, aunque todo indica que tres de ellos concentrarán, según las encuestas, la mayoría de los votos para la presidencia: el oficialismo y aliados filoperonistas, el PRO-UCR y el sector ultraliberal de Javier Milei.
La gran sorpresa había explotado el viernes, cuando Unión por la Patria (UxP), la nueva marca del Frente de Todos, anunció una fórmula de consenso con el ministro de Economía, Sergio Massa, a la cabeza de la lista, y el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, como vice. Esto descolocó a Juntos por el Cambio (JxC), que si bien ya tenía decidida la confrontación Patricia Bullrich-Luis Petri contra Horacio Rodríguez Larreta-Gerardo Morales, esperaba que el oficialismo se desangrara en una pelea entre el «cristinismo» y el «albertismo» que le despejara el camino hacia el 22 de octubre.

Fórmula de consenso
En los días previos, el ala kirchnerista y La Cámpora habían mostrado al ministro del Interior, Wado de Pedro, con el gobernador de Tucumán, Juan Manzur, como síntesis del deseo de Cristina Fernández de Kirchner de que un «hijo de la generación diezmada» compitiera junto a un representante de las provincias. Todo indicaba que habría un choque con el embajador en Brasil, Daniel Scioli, quien insistía en que los electores definieran al postulante en las primarias.
Pero un grupo de gobernadores logró convencer tanto a Cristina Fernández como a los articuladores de esa vertiente de que De Pedro no resultaría el más adecuado y que incluso Manzur se las iba a ver complicadas, habida cuenta de que la Corte Suprema lo había vetado para presentarse como vicegobernador en Tucumán, lo que podría ser un argumento de campaña en su contra a futuro. Además, desde el otro lado de la avenida General Paz siempre se sostuvo que lo ideal sería acordar una fórmula de consenso.
Ese acuerdo se logró tras convencer al presidente Alberto Fernández de las ventajas de una fórmula en común, contra su idea de que una PASO serviría para ordenar la interna, aun a sabiendas de que Cristina Fernández concentra una base electoral propia que es ineludible. Así, seguiría vigente aquello de que «con Cristina no alcanza y sin ella no se puede».
El acuerdo resultó factible subiendo al exintendente de Tigre al ring junto a Rossi, un combatiente de otras lides que a pesar de que alguna vez enfrentó decisiones de la vicepresidenta en Santa Fe, siempre le fue leal. Solo entonces Scioli dio un paso al costado y con él también quedó libre el camino en la provincia de Buenos Aires, donde sobre el filo del cierre de las listas Axel Kicillof pudo anotar nuevamente a su actual vice, Verónica Magario. Queda en carrera en la primaria de UP el militante social Juan Grabois con Paula Abal Medina.
El impacto sobre la oposición se reveló enseguida. Si bien Massa arrastra una situación económica que le puede jugar en contra, también esgrime buenas relaciones con el establishment empresario y con Estados Unidos –que le podrían facilitar las negociaciones aún trabadas con el FMI– y también tiene la suficiente ductilidad como para recurrir a China llegado el caso, como ya lo demostró, para reforzar reservas y cambiar el paradigma del comercio exterior. Si es por hablar con el «círculo rojo», él también tiene con qué.

Dureza electoral
Lo que resulta muy evidente es que en JxC la real competencia interna es por quién es más duro, promete más firmeza y defiende mejor los intereses concentrados de la sociedad. La prueba estuvo en Jujuy, donde la población se levantó contra la reforma constitucional de Morales y en reclamo de mejoras salariales. Ya el gobernador y titular de la UCR a nivel nacional había mostrado las cartas cuando a poco de asumir, en 2015, armó una Corte Suprema adicta, detuvo de manera ilegal a la dirigente social Milagro Sala e impulso leyes para reforzar la función represiva del Estado y facilitar las inversiones sin control en recursos mineros, como el litio.
El alcalde porteño ya había postulado a Gerardo Rubén Morales como su coequiper, pero el anuncio oficial se hizo esperar. La brutal represión del martes –cuando de manera casi subrepticia fue aprobada la reforma constitucional, con el apoyo del peronismo local, hay que decirlo– puso a Morales en los titulares y él se las rebuscó para culpar al presidente de la Nación y a la vicepresidenta de haber fogoneado las protestas. El discurso de los medios está tan inclinado a la derecha –gracias sin dudas a Javier Milei– que hasta esos hechos aparecen como una virtud y Horacio Rodríguez Larreta los ostenta como carta de presentación.
Bajo esa misma bandera, la exministra de Seguridad primereó desde Mendoza anunciando como compañero de fórmula al exdiputado radical Luis Alfonso Petri. Abogado y promotor de la mano dura, Petri es el autor de una ley que niega la libertad condicional a detenidos por homicidios o violaciones. Es difícil encontrar en la UCR a alguien ubicado tan a la derecha: los que estaban tuvieron que irse. A Bullrich Luro Pueyrredón esa permanencia le sirvió para tejer alianza con alguien del más que centenario partido.
En el radicalismo se venía haciendo alarde de un renacimiento luego de las elecciones de medio término en la provincia de Buenos Aires, donde Facundo Manes había descollado. Si el neurólogo pensaba que ese lauro le daría el apoyo de sus correligionarios, se equivocó. Y el mismo sábado registró su error al bajar su postulación a la presidencia. JxC se presenta entonces con dos espacios que no tienen mayores diferencias: Rodríguez Larreta-Morales contra Bullrich-Petri.

Otros sectores
Los otros espacios a nivel nacional son, por la ultraderecha, un ahora devaluado Javier Milei con la negacionista Victoria Villaruel en La Libertad Avanza. Por el peronismo más cercano al macrismo se presenta el cordobés Juan Schiaretti –quien se uniría a Rodríguez Larreta tras las PASO– con el exministro del Interior Florencio Randazzo en Hacemos por Nuestro País. En la izquierda, se medirán Myriam Bregman y Nicolás del Caño contra Gabriel Solano y Vilma Ripoll dentro del FIT-Unidad; pero también se presenta Manuela Castañeira por el Nuevo Mas y Marcelo Ramal en Política Obrera.
Hay otro sector en el que compiten candidatos que en los papeles tienen como primer desafío superar el piso mínimo del 1,5% de los votos válidos para mantenerse en la lona. Por Libres del Sur van Jesús Escobar-Marianella Lezama Hid; por Paz, Democracia y Soberanía el escritor Mempo Giardinelli y la militante gremial Bárbara Solemou.
Hay dos ultraliberales que fungen como desprendimientos o descontentos de Milei: el Frente Liber.Ar de Pablo Gobbi-Julio Archet, y por otro lado el libertario no «mileísta» Nazareno Etchepare con Fernando Lorenzo, que disputa una interna con el exdirigente peronista Julio Bárbaro, quien al cierre no había presentado precandidato a vice.
Hay además un aspirante enrolado en el neofascismo, como César Biondini, con María Eugenia Avendaño por el Frente Patriota Federal; y otro que se presenta como peronista tradicional, como el exsecretario de Comercio Guillermo Moreno, con el sindicalista Leonardo Fabre, en Principios y Valores. Dividirán votos en una interna el dirigente Raúl Castells con el conductor televisivo Santiago Cúneo, en el Movimiento Izquierda Juventud Dignidad.

Revista Acción, 25 de Junio de 2023

Horas de tensión en Rusia por la rebelión de los mercenarios de Wagner

Horas de tensión en Rusia por la rebelión de los mercenarios de Wagner

Luego de un día en la más alta tensión y cuando los líderes occidentales se restregaban las manos pensando que un conflicto interno en Rusia les podría resolver la guerra en Ucrania sin mayores gastos militares y costos políticos, el jefe del grupo de mercenarios Wagner anunció que aceptaría una propuesta para desescalar una rebelión que para el presidente Vladimir Putin no era otra cosa que un acto de traición a la patria.

Yevgueni Prigozhin, finalmente y cuando todo hacía prever que cumpliría con su promesa de ir hasta el final  e ingresar con sus tropas en Moscú, dijo que no quería un baño de sangre y por tal razón «nuestras columnas dan media vuelta y vuelven en la dirección opuesta para regresar a los campamentos». El negociador fue el presidente de Bielorrusia Alexander Lukashenko, quien hizo el primer anuncio de que había obtenido un acuerdo con el empresario ruso (ver aparte) para detener el movimiento de sus tropas.

La situación se había complicado en la noche del viernes cuando Prigozhin anunció desde sus redes sociales –a las que se hizo muy adepto– que estaba dispuesto llegar hasta la capital rusa para plantear sus demandas. La pelea interna entre el dueño de Wagner y el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, se arrastra desde septiembre pasado con mayor intensidad. El «emprendedor» reclamó en reiteradas ocasiones mayor apoyo para sus intervenciones en Ucrania, donde sus fuerzas están a la cabeza de las operaciones más osadas y hasta se quejó de que no recibía municiones ni pertrechos. En la semana que pasó dijo que sus tropas dejaban el frente, y luego tomaron el control de la base de Rostov, en territorio ruso, donde se concentran las operaciones bélicas en Ucrania.

«Todos los que deliberadamente tomaron el camino de la traición, los que prepararon el motín armado, recurrieron a métodos terroristas, sufrirán un castigo inevitable, responderán ante la Justicia y ante nuestro pueblo», dijo Putin en un discurso a la nación en el que recordó los padecimientos de Rusia durante la guerra civil de 1917-1922 y acusó a los rebeldes de haber propiciado «una puñalada por la espalda».

De inmediato los medios centraron la información en el avance de carros de asalto y tanques de Wagner hacia Moscú desde Rostov en lo que el grupo denominó «marcha por la justicia». Durante 18 horas y más de 500 kilómetros no tuvieron ninguna resistencia y hasta se vieron en las redes imágenes de gente vitoreando a las tropas. Pero también hubo muchos rodeando a los vehículos para reclamarles que detuvieran su avance, habida cuenta de que la situación afecta en el teatro de operaciones en el Donbass, donde se registra una contraofensiva ucraniana, hasta ahora con escaso avance.

Opción rentable

Volodimir Zelenski se apuró a señalar que el hecho demostraba la debilidad del gobierno ruso y en un tono apocalíptico dijo que «quien elige el camino del mal se autodestruye». Desde Estados Unidos y la OTAN no hubo mensajes explícitos pero los trascendidos indicaban que había preocupación por una posible inestabilidad política en Rusia. Aunque al mismo tiempo se denotaba que el caso tomó por sorpresa a todos, si bien las diferencias entre Prigozhin y Shoigú eran tan abiertas que ni siquiera tenían que hacer inteligencia para detectarla. Quizás desconfiaron precisamente porque al ser tan públicas las diferencias, daba para creer que se trataba de una de las típicas operaciones psicológicas para despistar y, en este caso, alentar a que las tropas ucranianas caigan en alguna emboscada.

El arreglo al que se habría llegado entre Lukashenko y Prigozhin sería, según fuentes de Minsk, «una opción absolutamente rentable y aceptable para resolver la situación, con garantías de seguridad para los integrantes de Wagner». Una frase como esta podría interpretarse que el levantamiento era una medida de fuerza, peligrosa por el contexto bélico, pero planteada como forma de negociación. De hecho se dice que el dueño de la firma contratista militar se habría quedado en la capital bielorrusa para evitar la represalia de Moscú.

Por lo pronto, el Kremlin dijo que la operación militar en Ucrania continuará como hasta ahora, y la vocera del Ministerio de Exteriores, Maria Zajárova, escribió en su canal de Telegram: «Tenemos un comandante en jefe. No dos, ni tres. Uno (en relación con Putin). Y llamó a todos a unirse. Esto es lo principal ahora mismo. Todos tenemos nuestras propias actitudes sobre todo. Pero hay momentos en la historia en que tienes que poner tus sentimientos personales en espera. Incluso si crees que tienes razón al 100%. ¿Por qué? Porque si no nos unimos ahora, si cada uno está para sí mismo o para su propia visión de la situación, nada importará». Con todo, la situación todavía era inestable, aunque Putin retiró los cargos contra el rebelde y sus acólitos. 

Tiempo Argentino, 25 de Junio de 2023

La historia de Yevgueni Prigozhin: de atleta a ladrón, de panchero a oligarca, de soldado y héroe a mercenario

La historia de Yevgueni Prigozhin: de atleta a ladrón, de panchero a oligarca, de soldado y héroe a mercenario

El hombre es un hijo de la transición entre la Unión Soviética y la Rusia capitalista. Y se puede decir que supo aprovechar las oportunidades que se le presentaban. Por poner un ejemplo simple: Yevgueni Víktorovich Prigozhin nació en Leningrado hace 62 años, pero cuando tenía 30 la URSS se disolvió y su ciudad natal volvió a llamarse San Petersburgo. Pretendió ser atleta pero no le daba el Pinet por lo que buscó otros medios de subsistencia. Los encontró en bienes ajenos y en 1981 fue condenado por robo. La sacó dentro de todo barata, ya que en 1988, cuando ya la experiencia soviética se desmoronaba, fue indultado. Quedó en libertad dos años más tarde.

Desde entonces inició un camino como «emprendedor», la forma elegante con que se describe en Occidente a lo que por acá sería un «busca». No tuvo la suerte de los que se quedaron con las empresas públicas, pero alcanzó un status como para ser considerado un oligarca. Que se hizo desde abajo, pero el título bien que se lo ganó.

En su historial como self-made man ruso, Prigozhin  atesora su primer emprendimiento, un puesto de panchos en San Petersburgo. Cómo trabó relación con el actual presidente es un misterio. No extrañaría, como dicen algunos archivos, que en 2000, cuando Putin, –nativo también de San Petersburgo– recién desembarcaba en el Kremlin y se le acercó durante algunas de sus visitas a la ciudad fundada por Pedro el Grande.

Lo concreto es que Prigozhin pronto se hizo de una cadena de supermercados, restaurantes de lujo y una empresa de catering con la que hizo diferencia proveyendo de alimentos a las Fuerzas Armadas y a las escuelas públicas de todo el país. A esa altura era «el chef de Putin» y bien que se aprovechaba de esa chapa.

Para 2014, Prigozhin aparece como uno de los fundadores del Grupo Wagner, un «emprendimiento» dedicado a la provisión de personal para combatir bajo directivas del gobierno ruso. Como sucede con este tipo de personal de combate, son los encargados de hacer en el terreno eso que las fuerzas regulares no pueden, no deben o no quieren hacer. No es que nuestro hombre haya inventado la tarea, de hecho en la era actual el estadounidense Eric Prince fue el más conocido con Blackwater, a la que luego de varias atrocidades en Irak y Afganistán cambió de nombre: Xe Services, Academi, y así. Mismo en Ucrania, del otro lado cumplía funciones similares a Wagner el grupo Mozart, creado por el estadounidense Andrew Milburn. Pero fue disuelto en febrero pasado porque según dijo el fundador, los «soldados de fortuna», como se llama a los mercenarios, se gastaban la paga en bares de mala fama y prostitutas

Las tropas de Wagner fueron claves en operaciones militares rusas en Siria, Libia, República Centroafricana, Sudán y Mozambique. Y también en el Donbass, donde entre otros galardones fueron los que lograron entrar en Mariupol para acabar con el temible batallón Azov y en la toma de Bajmut, un centro neurálgico de conexiones terrestres en el sur de Ucrania. La principal acusación en su contra es que son presos conchabados en las cárceles para ganarse la libertad peleando contra Ucrania.

Desde septiembre pasado, Prigozhin se hizo más famoso por sus críticas abiertas contra el ministro de Defensa, Serguéi Shoigu, al que desde canales de Telegram y cuentas de Twitter le reclamaba pertrechos, municiones y alimentos para sus empleados. Resultaban incongruentes esos mensajes –vestido con uniforme de combate, rostro ceñudo y gesto de gran estratega– con la unidad necesaria para una guerra de semejante envergadura. Es difícil saber el alcance y el significado de esa revuelta, aunque a última hora hubo un acuerdo que llevó a lo que podráin considerarse un «arrugue» de los Wagner. Pero resultaba interesante el cambio en algunos medios occidentales en la caracterización de Prigozhin. De haber sido sancionado por «crímenes de guerra» no hace tanto, ahora ya aparecía como el «héroe» que quería terminar con Putin. Pero duró poco.

Tiempo Argentino, 25 de Junio de 2023

La guerra es un asunto demasiado serio…

La guerra es un asunto demasiado serio…

No resulta sencillo evaluar el futuro cercano en Rusia a partir de la chirinada de Yevgeny Prigozhin. En un país que aún recuerda el motín de los marineros del acorazado Potemkin, en 1905, el tema podría tener un final incierto, y bien que lo sabe Vladimir Putin. 

A primera vista el levantamiento del fundador del grupo mercenario Wagner se pareció mucho a una “apretada” al presidente ruso para ponerlo en la disyuntiva de elegir entre esas tropas privadas que le vienen sirviendo a Rusia en conflictos exteriores -como los de Siria y algunos países de África- y la cúpula de las Fuerzas armadas que reporta al general Sergei Shoigú, un hombre que acompaña al primer mandatario desde hace más de 20 años, los últimos once en la cartera de Defensa.

La primera interpretación del mandatario ruso fue que se trató de una intentona golpista desatada por «las ambiciones exorbitantes e intereses personales” de una persona que “traicionó al país y al pueblo” ruso. Pero la promesa de castigar a los amotinados quedó en la nebulosa tras el acuerdo al que Prigozhin llegó con Alexander Lukashenko. El dueño de Wagner aceptó volver sobre sus pasos luego de haber prometido ir hasta las últimas consecuencias a cambio de inmunidad e impunidad.

A última hora de ayer el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, confirmó que se retirará la causa judicial contra el díscolo empresario. «Nadie juzgará a los combatientes, habida cuenta de sus méritos en el frente de Ucrania”, añadió.

Lo cierto que Prigozhin y el grupo Wagner tenían las horas contadas en el frente ruso luego de las últimas intervenciones en sus redes del propietario de la empresa contratista de servicios militares. Esta asonada al borde del abismo termina asestando el golpe de gracia al grupo. 

El acuerdo con Lukashenko implica que Prigozhin se quedará en Bielorrusia, al igual que los milicianos que se sumaron a la revuelta. No hay papeles firmados, pero peskov dice que no hacen falta. “La palabra de Putin es suficiente”, alegó. Los Wagner que hayan permanecido fieles al gobierno central, en cambio, recibirán contratos del Ministerio de Defensa.

Peskov no lo dijo, aunque era una de las especulaciones, si habrá algún cambio en la estrategia militar rusa en Ucrania, que era una de las razones esgrimidas por Prigozhin para levantarse en armas. Georges Clemenceau, primer ministro durante la Tercera República Francesa (1917-1920) dijo alguna vez que la guerra es un asunto demasiado serio como para dejarla en manos de los militares. En el Kremlin entienden que quizás sería peor dejarla en manos de un panchero. 

Tiempo Argentino, 25 de Junio de 2023