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Los músicos no quieren a Trump, familiares de las víctimas de la masacre en la sinagoga tampoco

Los músicos no quieren a Trump, familiares de las víctimas de la masacre en la sinagoga tampoco

Donald Trump no para de cometer tropelías. Y a los enemigos que supo ganarse en la prensa en general desde su campaña electoral de 2016, a partir del ataque de un antisemita en la sinagoga Árbol de Vida, de Pittsburgh, que causó once muertos, también debe enfrentar a los propios familiares de las víctimas. Ahora le agregó la airada protesta del músico Pharrell Williams, que protestó por el uso de una de sus canciones, Happy, en un acto en Indiana a horas de esa masacre. No solo porque el tema fue usado sin consentimiento del autor, sino porque precisamente luego de semejante tragedia, «no había nada feliz para festejar».

El sábado, Robert Bowers, de 46 años, ingresó armado con un rifle semiautomático AR-15 y tres pistolas Glock 57 en el templo judío del barrio de Squirlel Hills y disparó a mansalva a las personas que participaban de una ceremonia de bautismo. Ocho hombres y tres mujeres de entre 54 y 97 años murieron en forma inmediata y otras seis resultaron heridas, entre ellas cuatro policías. Luego fue detenido.

Horas más tarde, Trump fue a un acto de campaña en Indiana y utilizó Happy (Feliz) el tema de Williams, como parte del acompañamiento a lo que pretendía ser un festejo.

Pero según el abogado del músico, compositor y rapero, Howard King, cometió dos graves deslices al tocar «Happy», «el día del asesinato en masa de 11 seres humanos de manos de un nacionalista loco». Y puntualiza: «No hubo nada ‘feliz’ respecto a la tragedia infringida a nuestro país el sábado y no se concedió ningún permiso para el uso de esta canción para este propósito».

El tema en sí es lo menos apropiado para un día como el de este domingo.

Para King, además, el intento de Trump era hacer pasar a Williams como apoyando al mandatario, algo lejos de estar en su imaginario. El cantante «no le ha otorgado y no le otorgará permiso para difundir públicamente su música».

No es la primera vez que Trump se enfrenta con músicos por el uso de temas sin autorización para su campaña. La había ocurrido en agosto cuando tomó «Livin’ On The Edge», de Aerosmith y tuvo que enfrentar la protesta de Steven Tyler, el líder del grupo. Neil Young, Rolling Stones y hasta Queen resultaron como acompañantes de Trump sin haberlo autorizado y mucho menos, sin tener la menor intención de resultar asociados a su administración.

Pero el ataque en Árbol de Vida también generó su propio alboroto contra el presidente y dentro de la propia comunidad judía. La primera reacción de Trump no fue de condolencia con los familiares de las víctimas sino para cuestionar que no tuvieron guardias armados para defenderse del ataque. «Si tuvieran algún tipo de protección dentro del templo, podría haber sido una situación mucho mejor. Ellos no lo hicieron … Este es un caso en el que si tuvieran un guardia armado dentro podrían haberlo detenido de inmediato, tal vez no hubieran matado a nadie, excepto a él tal vez «.

Partidarios del presidente tuitearon, algo que escandalizó en las redes, que las puertas del templo estaban durante toda la semana cerradas pero ese sábado estaban abiertas y por allí pudo entrar tranquilamente el homicida.

La matanza de Pittsburgh desnudó también la interna entre los miembros de la comunidad judía de Estados Unidos y en Israel mismo. La sinagoga Árbol de Vida pertenece a un grupo de los más liberales y entre las motivaciones del asesino algunos señalan la posición de esa comunidad frente al drama de los refugiados e inmigrantes. De allí el encono que despierta Trump entre ellos y que generó el rechazo a la visita que hizo este miércoles al templo, ubicado en Squirrel Hills, un barrio de población mayoritariamente judía pero con grandes componentes musulmanes y cristianos que conviven desde hace décadas sin diferencias.

Franklin Foer, un periodista de The Atlantic descendiente de una prominente familia judía de Washington, señaló que las palabras del presidente en contra de los inmigrantes destilaron el odio en las redes sociales y elcriminal, de profesión camionero y sin antecedentes, que creía que los judíos estaban detrás de la entrada de inmigrantes indocumentados. Foer incluso llamó a que la comunidad rechace a los sponsors judíos de Trump, a quein acusa de haber despertado sentimientos de idio que ahora no encuentran cauce civilizado. “Su dinero debe ser rechazado, su presencia en las sinagogas no es bienvenida. Han puesto en peligro a su comunidad“.

Se sabe que Bowers tenía tendencia antisemita, pero el discurso xenófobo de Trump contra la inmigración centroamericana parece haber despertado sus peores instintos. Es que en un rincón de la sala de ceremonias de la sinagoga había información publica sobre voluntariado en comités de refugiados e inmigrantes de parte de la organización Sociedad de Ayuda para Inmigrantes Hebreos (HIAS), una institución creada en 1881 en Nueva York para ayudar a los judíos que huían de los progroms del régimen zarista. Y que ahora aplica su plataforma para proteger a los que emigran de todo el mundo sin importar color ni credo.

Lo explica muy bien a New York TImes Mark Hetfield, presidente de HIAS. «Solíamos dar la bienvenida a los refugiados porque eran judíos. Hoy HIAS da la bienvenida a los refugiados porque somos judíos «. Un cartelito en la sinagoga de Pittsburg decía «Mi gente también era refugiada».

Por lo que parece, Bowers culpó a HIAS por la caravana que intenta cruzar al frontera sur, alentado por el mensaje de Trump, al que, por otro lado, dijo admirar.

En Israel, en tanto, el líder de la oposición, Avi Gabbay, dijo que luego de esta matanza «los judíos de Estados Unidos deben emigrar a Israel, porque esta es su casa». Si es por la estadística, razones no le faltan. Datos de la Liga Anti-Difamación (ADL), indican que los incidentes antisemitas aumentaron un 57 % ciento en Estados Unidos en 2017. También registran un peligroso incremento de grupos neonazis en un país que tiene un fuerte componente racista y supremacista.

Para el Southern Poverty Law Center, otra ONG estadounidense, el ataque en Árbol de Vida recuerda la matanza de 9 afrodescendientes en una iglesia de Charleston en 2015, o la de seis sikh en el templo Oak Creek de Wisconsin en 2012 o el asesinato de cuatro niñas negras en Birmingham, Alabama, en 1963.

«¡Presidente del odio, vete de nuestro estado!» y «Trump, renuncia ya al nacionalismo blanco», decían pancartas cerca de la sinagoga del Árbol de la Vida, contra la presencia de Trump. «Simplemente da mucha rabia que pueda ocurrir un crimen de odio así aquí y que el líder de nuestro país no denuncie el antisemitismo, no denuncie el nacionalismo blanco, no denuncie el neonazismo. Y ese es el problema», dijo a la agencia AFP Joanna Izenson, una de las manifestantes.

En su defensa, voceros oficiosos de Trump deslizan que su hija Ivanka se hizo judía al casarse con Jared Kushner, qiue por otro lado es uno de sus asesores privilegiados. Y que ordenó el traslado de la embajada en Israel a Jerusalén.

Tiempo Argentino, 31 de Octubre de 2018

Chicana de EE UU ante una nueva votación contra el bloqueo a Cuba

Chicana de EE UU ante una nueva votación contra el bloqueo a Cuba

El gobierno de Cuba denunció una maniobra de Estados Unidos en la ONU para justificar el bloqueo cuando se avecinaba una nueva votación -que siguiendo la tradición de las últimas sesiones, será casi unánime- de la Asamblea en contra de esa medida tomada en 1962 y que afecta a la economía de la isla.

Este miércoles, como sucede desde 1991, se iba a realizar la votación sobre el reclamo cubano, que en los últimos años había llevado a 191 apoyos a la posición de La Habana y solo dos en contra, el del propio EEUU y el de Israel.

Solo hubo un cambio den 2015, luego de que el entonces presidente Barack Obama reanudó relaciones con el gobierno de la Revolución. En esa ocasión, tanto EE.UU. como Israel se abstuvieron, pero los votos favorables a Cuba permanecieron incólumes: todo el resto del mundo, nada menos, se opone al bloqueo económico, financiero y comercial que en casi 60 años provocó daños estimados en 933.678 millones de dólares en el intento de sofocar la experiencia socialista.

Los perjuicios causados son más sensibles en los sectores de mayor impacto social, como la alimentación, salud, educación, derecho al desarrollo, y daños en el comercio exterior y las finanzas, según los informes oficiales.

Desde que asumió Donald Trump, recrudeció una política que Obama había reconocido como equivocada y el nuevo mandatario echó para atrás muchas de las medidas de alivio y de recuperación del relaciones encaradas por la gestión del demócrata. Por eso en 2016 se repitió el esquema en la ONU: 191 votos contra el bloqueo y dos a favor de Washington.

Ante el nuevo escenario, hace unas semanas la embajadora de EEUU en ese organismo, Nikky Halley, presentó su renuncia alegando cansancio tras cuatro años como gobernadora de Dakota del Sur y dos como representante diplomática.

Pero curiosamente también argumentó que había que saber «cuándo dar un paso al costado». El traslado de la embajada estadounidense en Israel a Jerusalén y el bloqueo a Cuba son dos cuestiones controvertidas que Halley tuvo que defender a capa y espada.

Ahora, cuando todavía Trump no designó al reemplazante, la representación estadounidense se dio empuje para presentar, en consonancia con el endurecimiento de las relaciones, una serie de ocho enmiendas al documento presentado por la delegación cubana.Esto implica aque deberán votarse primero esas enmiendas y luego la demanda cubana.

Para el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, se trata de «crear un pretexto para endurecer el bloqueo y tratar de presentar la ilusión de que hay apoyo internacional a esa política. EEUU busca disturbar, consumir tiempo, crear confusión y dificultar la adopción de la resolución que pide el fin del bloqueo contra Cuba», declaró a la prensa.

En un tuit, el nuevo presidente cubano, Miguel Díaz Canel, escribió que la Casa Blanca intenta «manipular a la opinión pública, a los Estados y debilitar el apoyo de la comunidad internacional a la Resolución contra el bloqueo».

«El año pasado, revertimos la política de Obama sobre Cuba en la ONU, que no defendía a Estados Unidos cuando Cuba nos condena», se justificó ante la agencia AFP un diplomático estadounidense que pidió mantener el anonimato. «Este año, damos un paso más, usando enmiendas para ilustrar por qué nuestra posición contra la dictadura cubana aún existe», agregó.

Para tener en cuenta de qué vienen esas enmiendas que propone el gobierno de Trump, una de ellas habla de poner fin a las restricciones a la libertad de prensa, otra señala que La Habana viola las metas de desarrollo sostenible de la ONU por la «ausencia de mujeres en los órganos de tomas de decisiones más altos». También señala la falta de independencia judicial y la prohibición del derecho a huelga.

A días de la elección de médio término, crucial para que Trump pueda mantener el control de ambas cámaras legislativas, esta chicana parece un intento por seducir a los grupos anticubanos que todavía pululan en Miami y a los votantes más extremistas.

Tiempo Argentino, 31 de Octubre de 2018

La UBA aprobó un reglamento criticado porque atenta contra la enseñanza interdisciplinaria en Medicina

La UBA aprobó un reglamento criticado porque atenta contra la enseñanza interdisciplinaria en Medicina

El Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires (UBA) aprobó por 23 votos a favor y 6 en contra un reglamento que al decir de sus críticos, es discriminatorio y afectará la enseñanza interdisciplinaria que por fuerza debe mantener una facultad de Medicina, como ocurre en todo el mundo y como viene ocurriendo hasta ahora. Además, esa disposición, que obligará a que solo puedan dar clases en esa casa de estudios los egresados de Medicina, representa un ataque contra el Convenio Colectivo de Trabajo, que rige las relaciones laborales en el país y que, por lo que parece, no tiene vigencia en el ámbito docente.

Jorge Geffner es doctor en Bioquímica, investigador en el Conicet en el área de Inmunología y profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Además, integra en Consejo Superior de la UBA y es uno de los que se opuso al nuevo reglamento que, según explica a Tiempo, «tiene carácter discriminatorio ya que solo podrán inscribirse en los concursos para cargos auxiliares los egresados de Medicina, aunque sea para dictar una materia básica».

También podes leer: Rechazan una resolución que impide a egresados de otras facultades dar clases en Medicina de la UBA

Geffner señala además que en todo el mundo, «en escuelas de medicina como las de Harvard o Baltimore, sin ir más lejos» en esa etapa del aprendizaje de un aspirante a médico dictan cursos biólogos, bioquímicos, químicos, psicólogos. Es decir, los que estudiaron especialmente cada una de esas disciplinas como una materia principal y pueden aportar una mirada más integradora.

Cristina Ibarra es también investigadora en el Conicet y es quizás la mayor experta con que cuenta el país en Síndrome Urémico Hemolítico, ese mal que aqueja a los niños pequeños por comer carne no suficientemente cocida, para decirlo en términos sencillos.Para Ibarra, el nuevo reglamento mantiene una línea que en la UBA parece ser tradición, como es la de no reconocer la ley de Contrato de Trabajo.

«Un docente auxiliar tiene que concursar su cargo regularmente», esto implica que si no lo llegara a ganar se tiene que ir a su casa sin derecho a indemnización ni a antigüedad alguna. Pero si lo gana, debe comenzar nuevamente de cero para todas las evaluaciones sobre su desempeño.

El reglamento, que había sido aprobado en Medicina hace diez días, indica que esos cargos iniciales (auxiliares de 1ª y de 2ª, jefes de trabajos prácticos), deberán ser cubiertos por médicos. En la UBA se hizo una modificación al proyecto original, ya que era tan restrictivo que solo aceptaba egresados de esa misma casa de estudios. Ahora, podrían concursar recibidos en cualquier facultad de Medicina de la Argentina.

El argumento de Geffner para oponerse es contundente en cuanto a la limitación que plantea el reglamento. «Desde 2010, el 70% de los premios Nobel de Medicina no son médicos». «

Si no hubiera esa interdisciplinariedad, se perderían los aportes que pueden hacer especialistas en otras disciplinas que son indispensables para la formación de una persona que deberá atender la salud de la población», agrega Ibarra.

Tanto Ibarra como Geffner son egresados de bioquímica pero estudian cuestiones relacionadas con la medicina y, además, son titulares de cátedra en esa facultad. La disposición no los afectaría directamente, porque solo contempla el caso de los auxiliares. Pero, irónicamente, reconocen que si hubiese estado en vigencia cuando se incorporaron a la universidad pública, nunca hubieran podido llegar al cargo que hoy ocupan.

Y casi al unísono, también recalcan que esta normativa «será como retroceder 100 años en la enseñanza académica, es como ir hacia antes de la reforma universitaria». Ibarra estima que van a llover pedidos de amparo de docentes cuyos cargos estarán en peligro.

Tiempo Argentino, 30 de Octubre de 2018

Era el populismo, estúpido

Fue una arremetida épica, pero no alcanzó. Ahora habrá que apechugar con un gobierno del que no se espera nada bueno para las mayorías populares y para la democracia en general. Sin embargo, nadie llega al 55% de los votos sin el apoyo de una parte importante de esas mayorías que sufrirán políticas como las que promete Jair Bolsonaro, de mano dura y sin miramientos.

En favor del ex capitán, de 63 años, corresponde decir que no se calló conceptos que hasta no hace tanto eran mal vistos en el discurso político de casi todo el mundo. Palabras que no le hubieran aportado voluntades en ninguna contienda, fueron calando en el imaginario popular como una salida a medida que las realidades cotidianas se fueron haciendo cada día mas complejas para la gente común.

En el caso de Brasil, el segundo gobierno de Dilma Rousseff empezó una debacle fruto de una crisis del sistema capitalista que arrastró a la economía brasileña como lo hizo con la de toda la región. La respuesta de la presidenta del PT fue tomar algunas medidas propias del neoliberalismo y desmentir en los hechos las promesas electorales de no hacer recortes antipopulares.

Eso generó en sus propios partidarios el desconcierto y el enojo de muchos que terminaron mirante la caída de la presidenta en un impeachment amañado por la derecha más acérrima como si fuera algo ajeno. Ya el gobierno del PT había dejado de ser sentido como propio.

El día del tratamiento del juicio político a Rousseff, Bolsonaro saltó a la fama internacional. Hubo diputados que votaron contra Dilma por la Biblia, por Dios y contra el marxismo -algo muy alejado de esa gestión- pero el polémico legislador por Río de Janeiro lo hizo recordando al coronel de la dictadura que había torturado a la presidenta en su juventud, cuando fue detenida como integrante de un grupo guerrillero.

A los sectores democráticos de todas las sociedades occidentales les cuesta creer que un discurso semejante pueda ser carta de triunfo en una elección. Sin embargo, las pruebas en los países más «avanzados» muestran que hay algo que se perdió en el sentido común actual. Y gran parte de la culpa, en Estados Unidos y Europa, la tienen los partidos socialdemócratas, que fueron rompiendo los compromisos básicos que formaron parte de su ideario. Si todos hacen neoliberalismo, qué más da que el candidato se diga de derecha o de izquierda.

Si en Estados Unidos un candidato que juraba terminar con las guerras en Irak y Afganistán y traer los soldados nuevamente a casa se desdice a poco de entrar en la Casa Blanca, como hizo Barack Obama desde 2009 en adelante -recordar que le habían dado el Nobel de la Paz en diciembre de ese año por sus promesas- qué más da quien ocupe el Salón Oval.

No debería extrañar que en este escenario pululen los grupos de la derecha extrema, como pasa en Italia, Francia, Holanda, Gran Bretaña, Alemania, o que llegue al poder Donald Trump. Personajes o partidos que encarnan desembozadamente idearios racistas, misóginos, antidemocráticos y que allá reciben el nombre de «populismo».

En América Latina populismo siempre fue otra cosa, y los gobiernos del comienzo del siglo XXI tenían otras características. A diferencia de Europa, donde había un Estado de Bienestar que la izquierda no dudaba en entregar en el altar de la estabilidad de los mercados, hubo presidentes que intentaron romper con esa lógica neoliberal.Lula da Silva fue uno de ellos.

Pero la crisis que estalló en 2008 arrastró también a las economías latinoamericanas. El viento de cola de los altos precios de las commodities culminó en un huracán en contra. Azuzado además por un enemigo que no pudieron superar en los medios de comunicación y en los poderes judiciales. Lo sabía Edward Snowden cuando reveló que los servicios electrónicos estadounidenses vigilaban a la presidenta Rousseff y a Petrobras, el mascarón de proa del despegue económico del Brasil «trabalhista».

Lo que vino después fue la andanada de denuncias y procesos por corrupción en Brasil primero, pero desde allí se diseminaron en el resto del continente. Petrobras, las constructoras Odebrecht y Camargo Correa se había extendido en toda al región y era natural que en su caída arrastraran a todos.

No se trata aquí de indagar en culpas y responsabilidades con los casos de corrupción en concreto, que los hubo, sin dudas. Pero es bueno recordar que la Italia del Mani Pulite, en los 90, dejó en el poder al empresario Silvio Berlusconi, -multiprocesado por corrupción- mientras en el camino fue perdiendo relevancia en el concierto de las naciones y ahora, con una alianza de gobierno integrada por un partido xenófobo, ya no tiene ni su principal industria, la Fiat, internacionalizada y con bases en Amsterdam y Londres. Lejos del Milán de su nacimiento.

Dicen que de un laberinto se sale por arriba. En el caso de Brasil, se salió por la extrema derecha. Dicen que Bolsonaro es fascista. Pero es un modo de fascismo diferente al que muestran los libros de historia. Es un modelo individualista, al uso de los grupos evangélicos que lo apoyan y ante los que se hizo bautizar como Messias de segundo nombre. y de los sericios de inteligencia que le aportan ideas.

Bolsonaro tiene entre sus mentores a un estadounidense que fue también promotor de Trump, Steve Bannon. Ideólogo de esa nueva derecha «sin culpas», Bannon se jacta de haber aconsejado políticamente a Víktor Orbán en Hungría, Mateo Salvini en Italia, al Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia y mantuvo reuniones con los hijos de Bolsonaro en Nueva York.

Bannon (Bolsonaro) apunta a un populismo opuesto «a las élites globalistas que han pasado a llevar la soberanía de países individuales y el valor de la ciudadanía». Bannon, de 64 años, declaró hace unos meses a la CNN que en breve “el mundo se verá obligado a elegir entre dos formas de populismo: el de derecha o el de izquierda. El centro está desapareciendo, eso es un hecho”.

Esa fue el sabor amargo que dejó la elección brasileña. Era el populismo, estúpido, podría parafrasearse. Pero el latinoamericano.

Tiempo Argentino, 28 de Octubre de 2018