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Chipre y la geopolítica del Mediterráneo

¿Qué pasaría si Chipre sale del euro?, se pregunta Kevin Hall, uno de los editores de McClatchy, un grupo de medios gráficos con sede en California. La respuesta no le pertenece pero ilustra sobre la situación en la estratégica isla del Mediterráneo. «Chipre sería el canario en la mina de carbón». Los antiguos mineros llevaban una jaula con un canario para determinar si en algún nuevo socavón había gases peligrosos. Si el simpático animalito se moría, mejor ir por otro lado. «Una salida para Chipre podría indicar grandes cosas por venir –dice Hall desde esa publicación, que se jacta de haber nacido en 1857, cuando terminaba la fiebre del oro en California – grandes economías con problemas, como España e Italia, probablemente necesiten más fondos de rescate en medio de unas finanzas deterioradas. Los más pequeños, como Portugal y Grecia, que se enfrentan a una tremenda oposición ciudadana contra los programas de austeridad, podrían estar tentados también a salirse del euro. Podría comenzar un desenlace difícil de detenerse y de graves secuencias globales si los inversores comienzan a dudar del futuro de una de las monedas de reserva del mundo».
Desde que la crisis colocó a Chipre en el candelero, mucha tinta circuló para intentar desentrañar hacia dónde se encamina Europa luego de las caídas de Portugal, Italia, Grecia y España (países que en la jerga inaugurada por el Goldman Sachs Jim O´Neil se reducen al acrónimo PIGS, cerdo).
El caso de Chipre fue enfrentado por la troika (Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), a través de un camino inédito. Mientras que para defender al sistema bancario en los países de la Europa del sur se dieron «salvatajes», en Chipre el recurso es una quita en los fondos depositados. O sea, que las fallas del sistema financiero las paguen los ahorristas y no los contribuyentes.
En medio de esta evidencia, el jefe de la Comisión Europea, el laborista holandés Jeroen Dijsselbloem, provocó un vendaval. Dijo que la solución chipriota podría extenderse al resto de las naciones en problemas y le salieron a pegar desde todos los rincones. Los inversores hicieron saber que podrían protagonizar una corrida contra el euro a nivel continental, lo que hubiese llevado a extender masivamente el corralito de Chipre (un detalle: la palabra es una contribución argentina a la lexicografía internacional, porque se usa en todos los idiomas para nombrar a la restricción para el retiro de fondos).
Fue así que los mandatarios de España y Francia buscaron dar señales de que Dijsselbloem habían sido malinterpretado o se había ido de boca. Es entendible, son los países que más pueden padecer corridas. El problema con el titular de la CE no es que haya dicho algo erróneo, sino que advirtió lo que se pergeñaba en Bruselas, con lo que abortó la ventaja de la sorpresa.
La justificación para la diferencia en el enfoque, con todo, es que una enorme mayoría de los capitales depositados en Chipre es de ciudadanos rusos que utilizaron a la isla como paraíso fiscal. Más específicamente, se dice que es dinero no declarado proveniente incluso de la mafia. Los analistas calculan que un 30 % de los fondos alojados en bancos chipriotas, más de 20 mil millones de euros, vienen de Rusia.
Información surgida de Moscú daba cuenta de que aviones repletos partían hacia Nicosia, la capital chipriota, y no para celebrar las pascuas sino con ganas de plantarse frente a las puertas de los bancos para cacerolear por la anunciada pérdida de al menos 40% de los depósitos que superen los 100 mil euros.
Pero el temor de Mariano Rajoy y François Hollande al efecto contagio por ahora parece no corroborarse, tal vez porque en cada país hay problemas propios que tapan el bosque. España marcha hacia un 27% de desocupación hacia fines de año y una contracción económica del 1,5%, según datos del Banco de España, que además recomienda bajar aún más los salarios para enfrentar el problema. El socialista francés insiste con un impuesto a las corporaciones de 75% a partir de ingresos mayores al millón de euros anuales, lo que ya provocó la huida del actor Gerard Depardieu para escaparle al fisco. Como se sabe, se fue…a Rusia.
En Italia, el centroizquierdista Pier Luigi Bersani no pudo formar gobierno y dejó «la pelota en el tejado» del presidente Giorgio Napolitano, según dicen en la península. Al cabo de una semana en la que se reunió con líderes del movimiento del cómico Beppe Grillo y del partido de Silvio Berlusconi, Bersani hizo la única que le quedaba para no quedar pegado a la trampa de la derecha y al desafío de los «grillinos». Esto es que con tal de llegar al poder aceptara el gobierno de unidad que le proponía Berlusconi, lo que hubiese sido la excusa para que los seguidores del humorista terminaran de demostrar que los políticos son todos lo mismo. El problema es si habrá una salida negociada antes de que Napolitano termine su mandato, el 15 de mayo, o Italia se convertirá en otro testimonio –como Bélgica, que estuvo 589 días sin primer ministro- de aquella tesis anarquista de que un país puede subsistir tranquilamente sin gobierno.
Como sea, el contagio puede prender en cambio en Eslovenia, el pequeño territorio balcánico que enfrenta moras en un tercio de los préstamos. «El país ha perdido competitividad desde que se unió al euro. Los mercados han sido muy complacientes, pero ha quedado claro desde hace tiempo que los bancos necesitan recapitalización, y no es fácil de obtener dinero en este clima «, dijo Lars Christensen, del Danske Bank, a Ambrose Evans-Pritchard, columnista del británico The Telegraph.
Y aquí es donde puede establecerse un pequeño juego geopolítico. Los Balcanes y la propia isla de Chipre fueron centro de disputa entre los principales imperios de la región. Desde que en 395 se dividió el imperio romano – Occidente, con sede en Roma y Oriente, con capital en Constantinopla o Bizancio- los enfrentamientos tomaron también un carácter cultural y religioso, entre lo que sería la Iglesia Católica Romana y la Cristiana Ortodoxa con sus variantes. Roma contra Grecia. La rápida extensión del islamismo puso en el medio un nuevo jugador, que tomaría alcance global con el Imperio Otomano, que en 1453 tomó Constantinopla.
Zona de conflictos permanentes (la actual Estambul es la llave para entrar al Mar Negro y meterse en la Europa profunda y en el Asia) allí comenzó lo que el historiador Orlando Figes considera la primera gran contienda verdaderamente mundial, la Guerra de Crimea, que envolvió en una matanza incalculable a turcos aliados con Francia, Gran Bretaña y la Austria de los Habsburgo contra el imperio ruso. Casi los mismos jugadores que se trenzaron nuevamente en 1914.
El Chipre de estos días es todavía parte de aquellas viejas rencillas. Porque luego de haber pertenecido a los turcos, en 1878 quedó como colonia británica hasta su independencia en 1960. Con una amplia mayoría de población griega que busca la enosis (anexión) al país heleno, tiene algo así como un 30% de habitantes de origen turco. En 1974 un golpe fomentado desde Atenas por la dictadura de los coroneles desató una invasión que terminó con la creación de la República Turca del Norte de Chipre (RTNC), un estado solo reconocido por Turquía. Una verdadera anomalía con un contingente de Cascos Azules de la ONU para evitar incidentes. La UE incorporó entre sus miembros a la nación grecochipriota, a pesar de que Turquía intenta formar parte de las grandes ligas europeas (como la OTAN) desde hace décadas.
Este miércoles, el gobierno turco anunció la ruptura de relaciones con la italiana Eni, en respuesta las prospecciones de nuevos yacimientos de la petrolera en aguas de Chipre. La empresa de mayoría estatal proyecta la construcción de un oleoducto que transportará petróleo crudo desde el mar Negro hasta la costa mediterránea. El canciller de Turquía, Ahmet Davutoglu, apeló a la reunificación de Chipre como paso previo a la explotación de los recursos energéticos frente a sus costas. «Turquía no permitirá medidas que hipotequen el futuro común de Chipre», advirtió Davutoglu por la televisión turca.
Una imprevista orden del presidente ruso, Vladimir Putin, para realizar maniobras en el Mar Negro, aporta lo suyo a la intrincada cuestión. «Son maniobras a gran escala sin preaviso», se limitó a decir el portavoz del Kremlin. Putin regresaba de la cumbre del BRICS celebrada en Durban.
Los países que Goldman Sachs bautizó con las iniciales de Brasil, Rusia, India, China y Sudafrica, cuentan con el 21% del PBI y el 44% de la población mundial dijeron allí presente en el tablero internacional como los jugadores de peso que le auguran todos los estudios geopolíticos para este siglo. Anunciaron la creación de un banco de desarrollo al margen del FMI y el Banco Mundial y la tendencia a usar monedas locales para el intercambio entre ellos. Y presionan para lograr cambios en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde India, Sudáfrica y Brasil aspiran a un cargo permanente.

Tiempo Argentino, 30 de Marzo de 2013

Entre la propaganda y el estigma de Gorbachov

Los conocedores del cine recuerdan a Terry Jones como el director de los filmes del grupo británico Monty Python. Entre ellos figuran joyas como La vida de Brian y El sentido de la vida, las dos últimas. En todas se destaca el conocimiento que el galés –y en general del grupo humorístico británico, – tienen de la historia de Occidente. No por nada Monty -formado por alumnos de Oxford que se conocieron haciendo teatro en los tiempos libres- es todavía hoy, a 40 años de su paso por la BBC, una referencia de lo que se puede hacer apelando al humor inteligente pero también extremada y sutilmente culto. ¡Cuántos sketches ingeniosos de “creadores” actuales nacieron en aquellos 45 brillantes episodios emitidos entre 1969 y 1974!
En el año 2006, Jones, que ya había dado muestras de su erudición en el mundo antiguo en libros y documentales, hizo una serie de cuatro capítulos sobre los Bárbaros, o más bien, sobre esos pueblos a los que los romanos genéricamente llamaban bárbaros. La serie, producida, como no, por la BBC, todavía puede verse en el canal Encuentro y es altamente recomendable para entender muchas cuestiones que ahora se debaten en torno a la designación de un papa nacido en Latinoamérica, territorio bárbaro si los hay para la concepción eurocéntrica que domina en las sedes del poder mundial y las cabezas de las oligarquías vernáculas.
Entre los bárbaros del imperio romano figuran los pueblos celtas, los godos, los sasánidas, los hunos y los vándalos. Es interesante el capítulo que Jones tituló «El fin del mundo», curiosamente, como la frase que usó Jorge Bergoglio para explicar de dónde es originario. Allí, el documentalista une el nacimiento de Atila con el de Genserico. Para el imaginario del buen y fácil pensamiento, un fiero conquistador venido de la lejana Asia con ansias destructivas el huno, y una suerte de hooligan nacido en la “atrasada” geografía húngara del siglo V el otro. Pero que en la reconstrucción que hace Jones resultan ser tipos bastante más racionales y compasivos de lo que los retrata la propaganda romana, la mejor herramienta con que contó el imperio para prevalecer, destaca el ex Monty Python.
Jones los junta porque más o menos para la misma época -452 y 455 respectivamente- llegaron hasta las puertas de Roma, una ciudad venida a menos por la lenta declinación del imperio, y cada uno a su manera la devastó luego de que el emperador huyera como un Sobremonte de las postrimerías de la edad Antigua. Pero no se quedaron con sus tropas en la ciudad que todavía era el centro imaginario del mundo. ¿Por qué, si eran tan primitivos no la destruyeron totalmente y cubrieron sus ruinas con sal, como los romanos habían hecho en Cartago 147 años antes del nacimiento de Jesucristo? Una de las razones es porque no eran tan bárbaros como los pintaban, arriesga Jones. La otra es que el Papa León-que rigió los destinos de la Iglesia entre el año 440 y el 461- los convenció de alguna manera hasta ahora misteriosa de que se fueran. El dato que Jones no deja de resaltar en el documental es que ese hecho demostró que ya en Roma no mandaban los emperadores sino que el poder real estaba en manos de la Iglesia. Por ese hecho y algunos más, León fue llamado El Magno. Es, en cierto modo, el que concretó el sueño de los primeros cristianos, de ser la religión del imperio para extenderse luego sobre el mundo. Habían pasado de ser perseguidos a convertirse en los árbitros de la civilización construida por ese pequeño pero ambicioso pueblo de la península itálica que debió aprender a navegar para adueñarse del Mediterráneo y alrededores. Eran ahora los cristianos un verdadero imperio asentado en las fauces del otro, más terrenal y decadente, el romano.
Este detalle es uno más en la profusa historia de la Iglesia Católica Romana, que no por nada es dos veces milenaria. Es la institución más antigua de Europa y ese es un dato que convendría tener en cuenta antes de cualquier análisis sobre lo que implica la designación de Bergoglio como el número 266 en ocupar el trono de Pedro. Porque es obvio que los cardenales que lo eligieron tienen detrás de sí esos dos milenios y no las miserias de la derecha argentina o latinoamericana ante su pérdida de influencia actual.
Ya en los 60, la región había mostrado el rumbo que le quería dar a la Iglesia en el Concilio Vaticano II. Y 50 años, para la historia de la Iglesia, se comprenderá que es menos que un suspiro. ¿Volverá Bergoglio sobre esos pasos que quisieron clausurar bajo mantos de sal Juan Pablo II y Benedicto XVI? ¿Querrá hacer un giro copernicano?
Grandes sectores de la izquierda latinoamericana pero también de la derecha con sede en Miami leyeron que Francisco venía a pelear palmo a palmo con los gobiernos populares con un objetivo de liquidación de un proyecto de integración. Amparado este pensamiento en el rol que cumplió el polaco Wojtyla con la Unión Soviética desde 1978. La pregunta sería ¿puede hacerse algo así hoy, en medio de escándalos financieros y sexuales como los que tiene la Iglesia en una Europa que se desmorona lentamente?
Da en el clavo el politólogo Atilio Borón cuando sostiene que en la región existen “procesos que cuentan con un enorme apoyo popular que ni remotamente existía allá (en la URSS)”, y agrega que “la ´revolución de terciopelo´ de Checoslovaquia nada tiene que ver con la Revolución Bolivariana de Venezuela, Evo Morales no es Lech Walesa, y Correa no es Ceaucescu”.
Es interesante reparar en el análisis que hace el suizo Hans Küng, un teólogo de 85 años que en aquel Concilio participó al lado de Ratzinger y que ahora argumenta que Bergoglio más bien intentará hacer como Gorbachov en los últimos días de la URSS, esto es, “propiciará reformas, hará una glasnost (apertura)”, pero no mucho más. Para lo cual recuerda que Mijail Gorbachov, el último líder soviético “no hizo una revolución, sino que introdujo reformas que corrigieron los errores que había antes. Lo mismo espero de Bergoglio, aun cuando no haga una revolución. Para no dividir la Iglesia, él empezará a introducir reformas.”
¿Qué tipo de reformas? Habrá que ver. Por estos días circulan versiones sobre la posición “amistosa” que el nuevo papa habría manifestado en la intimidad durante su arzobispado porteño para aceptar sino el matrimonio igualitario, al menos la unión civil entre personas del mismo sexo. Pero también deberá tener en cuenta –para no abundar en las cuentas del banco Vaticano o las denuncias de abusos sexuales- los problemas que aquejan a la “militancia” eclesiástica en torno del celibato. Que para los más conservadores resulta ser un tema eterno del cristianismo olvidando que en dos milenios hubo de todo, incluso papas que fueron hijos de papas, o casos como el de los Borgia, Lucrecia y César, hijos de Alejandro VI, el maquiavélico pontífice nacido en Valencia en 1431 bajo el nombre de Rodrigo Llançol y Borja.
Francisco recibió en una extensa audiencia el lunes a Cristina Fernández y ayer a Dilma Rousseff. Es evidente que hace medio siglo El Vaticano mira a América Latina como el reservorio más numeroso de católicos. Ya entonces la curia romana había percibido que el centro de gravedad del mundo se estaba inclinando hacia otros confines. El conservadurismo eclesiástico se unió al imperio estadounidense para intentar cortar de cuajo con esa posibilidad desde los 70. Ahora, tal vez, haya llegado la hora de cambiar de política y quién sabe, alguna vez el Vaticano se mude a territorios bárbaros ubicables en el Fin del Mundo.
Mientras tanto conviene no comprar el discurso de la propaganda, que como sugiere Terry Jones, convierte a santos en demonios y a réprobos en venerables, y no creerse que estos procesos democráticos están prendidos de alfileres. Porque la tarea de Francisco, por fuerza, deberá ser algo más que marketing y buenas intenciones si no quiere que el Vaticano termine como la Unión Soviética.

Tiempo Argentino, 22 de Marzo de 2013

El Papa que vino de la Tierra Sin Mal

Cuando se producen cambios tan llamativos en una institución más que milenaria y sobre todo tan intrigante como la Iglesia Católica romana, uno está obligado a hacerse preguntas. Mucho más si los cambios implican incógnitas en dos sentidos, como ocurre con la designación de un jesuita nacido en Argentina para el trono de Pedro. Un hombre que, además, adopta el nombre de Francisco, con la carga de significados que ya se esbozó largamente desde el miércoles. ¿Quién cambió más, la institución o la orden que por primera vez en casi 500 años de vida coloca a un soldado de Ignacio en el Vaticano?
Porque es bueno recordar que la Compañía de Jesús sufrió todo tipo de persecuciones a lo largo de su existencia. Y las sufrió de los sectores más poderosos de la sociedad y de la propia jerarquía religiosa, que le había dado vía libre con Pablo III en 1540 para que se constituyera como una orden mediante la bula de confirmación Regimini militantis ecclesiae (Gobierno de la Iglesia militante). Toda una definición, porque al frente de la Compañía de Jesús hay un sacerdote con la dignidad de general. No otra cosa que fervorosos militantes –y nada menos que eso– fueron los seguidores de la Sociedad de Jesús.
Jorge Bergoglio, el papa nacido en el porteño barrio de Flores de una familia italiana, dijo al asumir, con tono de sorna, que lo habían ido a buscar «al fin del mundo». Visto desde Roma, antiguamente el centro de todos los caminos posibles, seguramente se verá a este rincón del planeta como el confín de la Tierra. Sin embargo, fue aquí donde los jesuitas concretaron su experimento más exitoso y a la vez peligroso para los poderes establecidos.
Porque el proyecto original de ese batallón de combatientes de la fe era enfrentar el cisma que devino en la reforma protestante en la Europa central y que Roma percibía como una estocada final contra su poder. Pero el triunfo no estaría en el Viejo Continente, como se llamó, sino en el Nuevo Mundo. Allí, en las selvas paraguayas, en el corazón de América del Sur, sacerdotes de la compañía lograron seducir a través del arte del violín –según se muestra en la película La Misión, con Jeremy Irons y Robert de Niro– a las poblaciones guaraníticas para convertirlas no sólo al catolicismo sino también a la civilización «occidental». Allí construyeron una treintena de misiones entre lo que hoy es Paraguay, este de Bolivia, norte de Argentina y Uruguay y el sur del Brasil.
¿Es este el fin del mundo? Los primeros sacerdotes europeos que encararon el desafío pensaron que las comunidades originarias de esa zona selvática eran nómades. Tardarían en descubrir que en realidad se estaban desplazando en busca de una utopía, la Tierra Sin Mal. Los himnos de los mbyá –una de las etnias guaraníes– señalan que esta es «la morada imperfecta» o «la tierra enferma». En ella reinan los males y el tiempo transcurre circularmente. En la Tierra Sin Mal –decían que estaba más allá del Poro Guazú Rapytá o Gran Mar Originario, quizás cruzando Los Andes– no existía ni el sufrimiento ni la muerte. No era como el Paraíso, adonde uno llegaba sólo en alma. Es que uno vivía para siempre sin daño alguno.
Sobre esta base los jesuitas construyeron su paraíso terrenal. Funcionaban como verdaderas repúblicas y permitieron el ingreso de un pueblo originario en las tecnologías del momento. Llegaron a producir alimentos y a montar una industria incipiente más desarrollada que la de los colonos españoles y portugueses, que pronto los vieron como una molesta competencia. Podrá decirse que los jesuitas eran parte del imperio. También puede decirse que fueron apenas una ONG progresista. El caso es que lograron que las misiones fueran unidades de producción que además de más eficientes que las de los europeos, no utilizaban mano de obra esclava y fomentaba la liberación de los indígenas. Luego también serían refugio de la persecución de los bandeirantes que cazaban indios para reducirlos a esclavos, como el personaje de De Niro en La Misión.
Tanta fue la presión de los colonos sobre las autoridades en cada lugar donde estuvieran que la Compañía tuvo que irse de Portugal, a instancias del marqués de Pombal, primer ministro de José I, quien expulsó a la orden en 1759. Luego, Carlos III la «invitaría» a retirarse de los territorios de la Corona española por medio de la Pragmática Sanción de 1767. Poco más tarde, en 1773, Clemente XIV cedió ante los reyes de Francia, España, Portugal y de las Dos Sicilias y directamente suprimió a jesuitas de la Iglesia. Volverían a las lides en 1814, luego de la Revolución Francesa. Otra vez serían útiles para combatir el desviacionismo secular.
La obra de la Compañía en la región fue tan firme y permaneció tanto tiempo en el imaginario popular que sin ellos no se explica el Paraguay de Gaspar José de Francia, educado por la orden en Córdoba. Ni el Paraguay de los López, destruido en 1870 por el liberalismo mitrista.
El territorio jesuítico coincide en su mayor parte con el núcleo de lo que es el Mercosur original. Asunción, incluso, es una «ciudad madre de ciudades», y desde allí partió Juan de Garay para crear Santa Fe y fundar definitivamente Buenos Aires. Y allí, en Asunción, también nació el Mercado Común del Sur en 1991. En la capital paraguaya, el año pasado, un golpe antidemocrático puso la primera pica en el corazón de esta nueva América del Sur, al expulsar del gobierno a un ex obispo también educado por jesuitas, Fernando Lugo.
Mucho hablan los medios opositores del enfrentamiento de los Kirchner con Bergoglio y leen la designación del hincha de San Lorenzo como la respuesta institucional de la Iglesia ante un gobierno poco adepto al diálogo. En vista de la historia de los jesuitas, seguramente estos encontronazos le hayan otorgado una medalla a la hora de postularse.
Mucho se habló también de la postura conservadora de Bergoglio en varios aspectos en que la sociedad fue avanzando en estos últimos años, como el matrimonio igualitario o los debates por el aborto. También se mencionó su paso por Guardia de Hierro, algo que lo distancia de Cristina sobre la perspectiva con que se juzga a los ’70 en el país.
La elección de un soldado de Iñigo López Sánchez de Loyola como Papa, cuando el cuarto voto de la orden precisamente es el de obediencia al Papa, resulta una curiosidad, ya que era el único de la Compañía que estuvo en el cónclave. En 2005 tal vez la Iglesia no estaba aún preparada para dar el salto. Ahora, amenazada por una descomposición interna que ya no se puede ocultar, y ante la pérdida de devotos en el mundo y de militantes en el terreno de la fe, parece haber apostado nuevamente por esos que la estuvieron salvando en el último medio milenio.
El crecimiento de los países emergentes sudamericanos, con eje en las antiguas misiones, tampoco es un dato que deba desatenderse para el análisis. Tampoco la elección de un nombre tan caro para los sacerdotes y creyentes más inclinados a la Opción por los Pobres, que alude sin dudas a San Francisco de Asís, aquel hijo de rico que dejó todo por los que menos tenían.
¿Será Francisco el Papa para construir la otra Iglesia que se espera en estas regiones o el que, como Juan Pablo II hiciera con la Unión Soviética, derrumbará el proyecto de integración latinoamericana? ¿Ocultó sus verdaderas intenciones para llegar al trono y ahora mostrará el rostro de jesuita-franciscano auténtico? Eso está por verse. Por lo pronto, haber dicho que llegó a Roma desde el fin del mundo no parece una buena señal.
Porque desde hace algunos años esta parte del planeta anda queriendo demostrar que una Tierra Sin Mal es posible.

Tiempo Argentino, 15 de Marzo de 2013

Batalla contra el humo en el CIADI

Uruguay se enfrenta al tramo final de un litigio que por insólito no deja de resultar revelador acerca del rol de las multinacionales y sobre el alcance de las políticas nacionales en esta etapa de la globalización. El resultado de la causa que la tabacalera Philip Morris inició hace exactamente tres años ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) es esperado con ansiedad por todos los organismos de salud y de lucha contra el tabaquismo internacionales.
Como se sabe, el CIADI es el organismo del Banco Mundial puesto en marcha a fines de los 60 para la solución de disputas entre los gobiernos y los capitales globalizados. «Una de sus finalidades es dotar a la comunidad internacional con una herramienta capaz de promover y brindar seguridad jurídica a los flujos de inversión internacionales», dice entre los considerandos de su fundación.
Como también conoce cualquiera que cruzó alguna vez «el charco» en este último lustro, las leyes uruguayas en cuanto al consumo de cigarrillos y la publicidad en las marquillas son mucho más severas que en otros países. De hecho, Uruguay es el modelo que exhibe la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la prevención de ese flagelo del mundo moderno que es el tabaquismo.
¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? La historia arranca con la llegada del Frente Amplio al poder, hace 8 años. El primer presidente de la agrupación de centroizquierda que rompió con el bipartidismo oriental fue Tabaré Vázquez, un reconocido oncólogo entre cuyas promesas de campaña figuraba precisamente convertir al «paisito» en un territorio libre de humo de tabaco. Un año más tarde cumpliría al dictar una ley por la que Uruguay sería la quinta nación del mundo y la primera de América Latina en establecer estrictas prohibiciones de fumar en ámbitos públicos y de hacer publicidad de cigarrillos.
La medida obviamente fue aplaudida por la OMS y todos los que en el mundo combaten esta adicción legal que causa millones de muertes al año por enfermedades ligadas con el consumo de tabaco, principalmente cáncer.
Pero como también es obvio, las tabacaleras no se quedaron contentas porque sospechaban lo que luego ocurrió, y es que la decisión del gobierno prendió en el resto del continente y también en el mundo, al punto que hoy son 60 los países –entre ellos Argentina– que prohíben fumar en espacios públicos y limitan la publicidad o imponen advertencias cada vez más alarmantes en las marquillas. Es así que Philip Morris, una de las mayores compañías del mundo en el rubro, elucubró un insólito recurso para, como dicen las autoridades uruguayas, castigar la «insolente» decisión de Tabaré, luego refrendada e incrementada durante la gestión de su sucesor, José Mujica, que la considera una política de Estado.

Acuerdos multilaterales
La respuesta de la tabacalera vendría por el lugar menos pensado y en febrero de 2010 planteó una demanda ante el CIADI por considerar que el Estado uruguayo violó el tratado de inversiones firmado con Suiza, el territorio donde la multinacional tiene su sede administrativa. El caso, como aclara la firma (ver Razones…), se refiere específicamente a la regulación de la forma y presentación de los paquetes y jura que no tiene nada que ver con la limitación en el consumo en espacios públicos. Dice que la normativa oriental contraría los acuerdos de inversión y afecta la seguridad jurídica de los capitales invertidos en Uruguay. Como resarcimiento, pide 2.000 millones de dólares.
Un punto que destacan todos los que estudiaron el tema, entre ellos varias ONG internacionales, es que la facturación anual de Philip Morris ronda los 80.000 millones de dólares anuales, y por lo tanto duplica el PBI de la República Oriental del Uruguay. Y que reclama una compensación que equivale al 7% del producto económico total de los 3,4 millones de uruguayos durante un año, que deberían tener que aportar unos 590 dólares por persona. Es interesante resaltar además que según la OMS, el tabaquismo provoca la muerte de unas 5 millones de personas al año y genera pérdidas relacionadas con la atención médica o ausentismo laboral de alrededor de 500.000 millones de dólares en el mismo período.
«Nuestro pequeño país es un laboratorio de enfrentamiento con una multinacional que tiene mucho que ver con el comercio del tabaco y con todo lo que significa», consideró el presidente Mujica al inaugurar en noviembre de 2010 la IV Conferencia de las Partes sobre el tratado de la OMS para el control del tabaco, que se desarrolló en Punta del Este en el marco de la demanda de Philip Morris.
El encuentro congregó durante seis días en la ciudad balnearia oriental por antonomasia a representantes de casi 170 naciones y un puñado de ONG que tomaron ese conflicto como un antecedente para futuras controversias con las multinacionales. Campaign For Tobacco Free Kids, la American Cancer Society, la World Lung Fundation y la International Heart Foundation, entre otras, no quisieron quedar al margen de la cumbre e incluso loaron al gobierno uruguayo al que celebraron «por su liderazgo en la implementación de políticas para el control del tabaco y su decisión de enfrentarse a las tabacaleras». Lo curioso es que también se plegó al apoyo el alcalde de Nueva York, el conservador Michael Bloomberg, quien llamó por teléfono a Mujica para ofrecerle «toda la ayuda posible» y decirle que estaba «hombro con hombro» en esta patriada. Y donó 500.000 dólares para la causa.
El ex presidente Vázquez pronunció entonces un discurso que para los antitabaquistas resulta memorable: «La empresa está interesada en darle un escarmiento a Uruguay e intimidar a otros países que sigan su rumbo. Philip Morris no ahorrará recursos para lograr su objetivo. Tiene mucho dinero y el dinero tiene mucho poder, el de la frivolidad y la corrupción». Y recordó que de allí viene la oposición feroz a las leyes contra el cigarrillo, «(esa oposición) no parte de los fumadores uruguayos, que los hay y muchos, ni de los comerciantes que venden productos de tabaco, que también los hay y con derecho a hacer buenos negocios».
Fuera del recinto, integrantes de la Asociación Internacional de Productores de Tabaco (ITGA, por su sigla en inglés), que se arrogan la representación de cultivadores de 26 países, se quejaban de que se les hubiera negado la posibilidad de participar como observadores en la conferencia. «El objetivo era mostrar el terrible impacto que tendría en millones de pequeños y medianos cultivadores la aprobación de los artículos en los que figura la prohibición de utilizar ingredientes en los productos con tabaco». Precisamente estos ingredientes son los que los estudios científicos demuestran que aumentan el riesgo de enfermedades y además incentivan la adicción al tabaco.
«A medida que las ventas a los países en vías de desarrollo son cada vez más importantes para los gigantes del tabaco, estos incrementan sus esfuerzos alrededor del mundo para combatir las duras restricciones a la comercialización de cigarrillos», publicó entonces otro diario neoyorquino de fama mundial, The New York Times, en un artículo dominical sobre ese encuentro de fines de 2010 en Punta del Este.

Dinero para gastar
Hace algunas semanas, cuando comenzó esta nueva etapa del juicio, el canciller Luis Almagro recordó el amplio apoyo de la comunidad internacional a la posición oriental, sobre todo a través de argumentos brindados por la OMS y de la experiencia de Australia en su lucha contra las tabacaleras. Es que el año pasado la justicia australiana desestimó un juicio de Philip Morris sobre los mismos puntos y las autoridades lograron avanzar con su propuesta de cajillas únicas y sin publicidad para todas las marcas de cigarrillos. El planteo de la multinacional es por algo menos rígido: en Uruguay las normas obligan a colocar imágenes por cierto dramáticas sobre el mal que produce el cigarrillo y que tienen que ocupar el 80% de la superficie de los atados. También considera engañosa la oferta de productos suaves o light ya que son igualmente dañinos para la salud.
De cara a la OMS, las cifras oficiales indican que sólo en el primer año de vigencia de la ley, el consumo en Uruguay se redujo un 25%, los infartos al miocardio disminuyeron 17% y también bajó la presencia en el aire de partículas derivadas del consumo. Mientras tanto, el juicio avanza en el CIADI, que ya escuchó a las partes y en un par de meses emitiría dictamen. ¿Qué podrá decidir, teniendo en cuenta que se trata inversiones de dinero contra el valor de la vida humana?
Es difícil decirlo, pero quizás la respuesta de Josefa Sicard-Mirabal, directora de América del Norte de la Corte de Arbitraje Internacional a un medio oriental, aporte algo de claridad: «Es un tema muy interesante, porque en el reclamo se confrontan lo que permite o no la Constitución y las acciones de una entidad poderosa que tiene dinero para gastar».

Revista Acción, 15 de Marzo de 2013