Durante una visita que tuvo mucho de charla íntima para sumar a Gabriel Boric de su lado, el presidente Lula da Silva firmó 19 convenios bilaterales con Chile y estaba la espera de una conversación por zoom de a cuatro. Según medios brasileños, de un lado de esa “conversa” estarían el mandatario brasileño y de los otros, AMLO, Gustavo Petro y Nicolás Maduro.
Lula se puso el traje de estadista continental y en todas estas movidas se nota su articulación en busca de una salida civilizada a institucional para resolver la situación en Venezuela y calmar las aguas en la región. En alguna medida, el anuncio de este martes del vocero del departamento de Estado de que no está todo dicho sobre el reconocimiento como presidente del opositor venezolano Edmundo González Urrutia tenía que ver con la muñeca del fundador del PT.
Boric, el presidente de la alianza centroizquierdista chilena, en el poder desde el 11 de marzo de 2022, había anunciado el reconocimiento de González Urrutia el lunes 29 de julio, cuando solo la Mesa de Unidad Democrática (MUD) afirmaba actas que comprobaban su triunfo, mientras el gobierno de Maduro se plantaba en el anuncio del domingo y aseguraba que había un hackeo masivo al Consejo Nacional Electoral (CNE), el único organismo oficial con potestad para emitir datos verificables sobre una elección en ese país.
El régimen de Maduro debe entender que los resultados que publica son difíciles de creer. La comunidad internacional y sobre todo el pueblo venezolano, incluyendo a los millones de venezolanos en el exilio, exigimos total transparencia de las actas y el proceso, y que veedores…
Esa posición fue a contracara de lo que Lula, López Obrador y Petro venían pretendiendo sobre el caso. Mientras le pedían a Maduro que mostrara todas las actas, al mismo tiempo reclamaban cautela para no arrojar combustible al fuego en una situación que podría derivar en una guerra civil de alto impacto en América Latina. Esa falta de cautela fue la que demostró el gobierno argentino y también el canciller Blinken.
El mandatario chileno, mientras tanto, celebró la visita de Lula con bombos y platillos y de paso lanzó algunas señales hacia este lado de la frontera. Así sucedió en una declaración conjunta en la que dijo dijo que quería “concretar instancias de integración reales, por ejemplo, el Corredor Bioceánico Vial (para) de manera significativa el comercio con Asia Pacífico”.
Hoy, junto al Presidente @LulaOficial, nos reunimos para fortalecer la amistad histórica de nuestros pueblos. Conversamos de la importancia del Corredor Bioceánico Vial, de enfrentar amenazas globales como el crimen organizado, y sobre todo, de avanzar en mejoras concretas para… pic.twitter.com/NeKpDjpWuU
El corredor, un viejo proyecto del que se habla desde hace varios lustros, uniría el sur de Brasil con los puertos chilenos de Antofagasta, Mejillones e Iquique cruzando por el Chaco paraguayo y las provincias argentinas de Salta y Jujuy. «Estuvimos hace poco en Paraguay, justamente trabajando en esto. Hay que empujar un poquito más con Argentina, pero no me cabe ninguna duda de que lo vamos a lograr. Nos hemos puesto eso como meta con el presidente Lula, para hacerlo al más alto nivel», indicó Boric.
Aunque Lula no habló de manera pública sobre lo que se dijeron en la bilateral, con una frase dejó las cosas en claro. «Cada país tiene su cultura, sus intereses, sus matices políticos. No podemos querer que todos digan lo mismo, piensen lo mismo, no somos iguales. Somos diferentes y eso es extraordinario, porque la diferencia permite que busquemos encontrar nuestras similitudes, las cosas que nos ayudan.
Lula estuvo acompañado por 14 ministros, funcionarios públicos y 250 empresarios. Se habló mucho de inversión, sobre todo en rubros como agricultura, tecnología, energía, minerales, transporte, salud. También se firmó un convenio de cooperación aeroespacial.
Además de esta visita a Chile, el líder metalúrgico también mueve fichas dentro del continente y se nota la mano de su principal asesor en política internacional, su ex canciller Celso Amorin, quien mantiene diálogos con Maduro y también con representantes del Departamento de Estado. Lo de Blinken del jueves pasado fue considerado un error pero antes que nada una manera de ningunear a Brasil como la que suele tener la Casa Blanca en los últimos gobiernos del PT. Pero quien le marcó la cancha al Departamento de Estado fue el propio Maduro, según muestra el canal ruso RT.
En concreto, el presidente bolivariano amenazó con romper los contratos petroleros que tenía firmados desde hace un par de años y que le permiten al “vecino del norte” contar con provisión garantizada de energía. Quizás ahí está el secreto del cambio de postura de EEUU.
Las gestiones de Lula hicieron lo suyo seguramente para este giro, pero como decía el personaje de la Película Casino, de Martín Scorsese, “se consigue mucho más con una pistola y palabras amables que solo con palabra amables”. La versión mafiosa del “speak softly and carry a big stick, you will go far» (Habla suavemente y lleva un gran garrote, así llegarás lejos) que popularizó Theodore Roosevelt a principios del siglo XX. En sentido contrario.
Por lo pronto, según Telesur el CNE le entregó todos los documentos que probarían el resultado de las elecciones del 28 de junio.
#ÚltimoMinuto| presidente del CNE, Elvis Amoroso consignó ante la Sala Electoral del TSJ los siguientes documentos:
✔️ Actas de escrutinios. ✔️ Acta de totalización definitiva. ✔️ Acta de adjudicación. ✔️ Acta de proclamación. ✔️ Pruebas del ataque cibernético. pic.twitter.com/krb8z6sUcf
La OEA, esa cosa tan fea”, cantaba el cubano Carlos Puebla. A esa frase paradigmática recurrió el argentino Carlos Raimundi para publicar sus experiencias en ese organismo creado a voluntad de Estados Unidos en 1948. A esa rima también recurrió el presidente mexicano varias veces. Esta semana no canturreó en tono festivo como en otras ocasiones, solo que cuando se enteró de que el siempre listo Luis Almagro había denunciado una «manipulaciòn aberrante»de los sultados de la elección, lanzó un lapidario “¿Qué se tiene que meter la OEA?, ¿Qué se tiene que meter? Eso es injerencismo, por eso la OEA no tiene credibilidad”. Y luego explicó por qué su representante no iría a la reunión de urgencia convocada por el sumiso ex canciller uruguayo. “No estamos de acuerdo con la actitud de parcialidad de la OEA”.
Tiene razones Andrés Manuel López Obrador para su inquina con esa decrépita institución son sede en Washington. En 2006 perdió la elección presidencial contra Felipe Calderón mediante un fraude escandaloso que la OEA no denunció. Yendo para atrás en el tiempo podría decirse que la OEA tampoco se rasgó las vestiduras en 2000, cuando pasaron 35 días hasta que la Corte de Justicia de Estados Unidos laudó en favor del George W. Bush en un comicio donde según las evidencias, en el estado de Florida votaron hasta los muertos.
Almagro tiene un antecedente de este mismo proceder en Bolivia, en 2019, cuando denunció fraude en los comicios en que Evo Morales había sido reelecto. Esa vez el mandatario terminó renunciando porque esa declaración facilitó un golpe institucional en complicidad con la cúpula militar y policial. Ahora, Javier Milei y el expresidente Mauricio Macri, en ¿coincidencia? se adelantaron el domingo 28 de julio en pedir una intervención militar contra Nicolás Maduro aun antes de que se conocieran los primeros cómputos.
El historial de la OEA es trágico para la región, que en 2011 creó una organización que nuclea a 33 países del sur del Río Bravo, la CELAC, en la que específicamente no tienen cabida Estados Unidos y Canadá. En su nacimiento, la OEA registra un hecho que marcaría su destino. El 9 de abril de 1948 fue asesinado en Bogotá el caudillo colombiano Jorge Eliécer Gaitán. Su figura representaba la posibilidad de un cambio progresista para el país sudamericano. Estaba en el partido Liberal, pero hacía años se había declarado socialista. O sea, era un peligro para los intereses de las oligarquías locales y de EEUU.
Resulta que en esos días se desarrollaba, también en Bogotá, una cumbre forzada por la Casa Blanca para conformar la Organización de Estados Americanos. Eran días turbulentos por el levantamiento popular desatado a raíz del magnicidio del líder popular y la conferencia debió trasladarse a un gimnasio. El 30 de abril 21 países firmaron el documento que pariría a la OEA. Cuba seria expulsada en 1961 por socialista. Venezuela se retiró en 2019 luego de que la OEA reconociera como presidente al diputado Juan Guaidó. La pregunta de AMLO es más pertinente que nunca, ¿Qué se tiene que meter la OEA?
La Unión Europea habilitó la semana pasada el primer pago de los ingresos generados por los activos rusos inmovilizados en el continente por las sanciones impuestas desde la operación militar del 24 de febrero de 2022 en el Donbass. Son unos 1500 millones de euros destinados a sostener la capacidad bélica de Ucrania.
El gobierno de Cuba estima que solo entre 2022 y 2023, el bloqueo contra la revolución causó pérdidas por 4870 millones de dólares y desde el año 1960, cuando se puso en marcha, casi llega a los 160.000 millones.
Por sanciones contra el gobierno chavista, hay 31 toneladas de oro retenidas en el Banco de Inglaterra por valor de unos 2000 millones de dólares y en Estados Unidos una corte de Justicia autorizó la venta forzosa de la filial de Petróleos de Venezuela (PDVSA), Citgo, que tiene tres refinerías y más de 4200 estaciones de servicio en todo el país.
La moraleja en estos casos es que todo gobierno que intente remar contra la corriente ordenada desde Washington padece las consecuencias. Sobre esas espaldas se ejerce el latigazo ejemplificador de un imperio que en su caja de herramientas solo tiene un rebenque.
En el caso de Venezuela, en enero de 2019 el diputado Juan Guaidó fue designado “presidente encargado” en abierto desafío de la Asamblea Nacional al gobierno de Nicolás Maduro. Con el apoyo de la Casa Blanca, entonces en manos de Donald Trump, y de mandatarios de la derecha regional, Mauricio Macri entre ellos, hubo un conato de invasión en la frontera con Colombia, en febrero. La estrategia de “sacar del poder” en los papeles a un líder molesto, en el país caribeño no funcionó. Pero el poder judicial británico encontró allí la excusa perfecta para no autorizar a que la presidencia de Maduro pudiera recuperar el oro. Bastaba con preguntar a las autoridades del Reino Unido a qué autoridades reconocían y listo. O sea, se lo podía llevar Guaidó porque era “legal”, aunque nunca ejerció el cargo ni pudo implementar ninguna medida que la ciudadanía venezolana hubiese cumplido. Su presidencia fue un sello de goma, en pocas palabras.
En el mientras tanto, la economía de Rusia creció gracias a las sanciones, porque si bien tiene bloqueados unos 300.000 millones de euros en bancos europeos, ya se había preparado desde las primeras sanciones, cuando en 2014 incorporó Crimea a la Federación. Moscú despegó su economía tanto del dólar como del comercio con Occidente. En 2023 creció 4,9% y en lo que va del año lleva 5,4%. Medido en Paridad de Poder Adquisitivo, su PBI es el quinto en volumen del mundo, arriba de Alemania, Francia y el Reino Unido y apenitas por debajo de Japón.
A lo que íbamos es a que todo bloqueo o medidas de castigo tiene sus bemoles si se tienen espaldas, pero los países de la región no cuentan con las mismas armas que un país con recursos no solo minerales sino tecnológicos y políticos como para esquivar los golpes. Por eso, entre otras cosas, la elección de hoy en Venezuela tiene un enorme impacto regional. Porque para la oposición decir que la situación económica no es la ideal es fácil y tiene asidero, pero ignorar el contexto es ciertamente tramposo. Sin esas enormes coerciones de las principales potencias económicas del mundo otro sería el cantar. O no, pero como no dejan lugar a comprobarlo…
Cerca de 21 millones de venezolanos están habilitados para votar este domingo en unas elecciones llamadas a ser determinantes sobre el futuro de esa nación. No porque esté en juego el Poder Ejecutivo, en manos de Nicolás Maduro, sino porque pondrán en blanco sobre negro todas las fichas en el complicado ajedrez del país bolivariano. Luego de años de hostigamiento, con una fantasmal presidencia interina del diputado Juan Guaidó reconocida por medio centenar de gobiernos en base a la deslegitimación de las autoridades nacionales, el chavismo está a las puertas de mostrarle al mundo la transparencia de sus actos electorales. No por casualidad, participarán unos 500 observadores internacionales, entre ellos de la Unión Europea, las Naciones Unidas y el Centro Carter, de EE UU.
En ese sentido, puede hablarse de triunfo político del chavismo. El boicot contra el gobierno, que fue importante con Hugo Chávez desde el golpe de 2002 –amparado por la administración Bush y el gobierno español de José María Aznar–, se potenció tras la muerte del líder bolivariano, en 2013. Si el abstencionismo fue una maniobra intermitente contra Chávez, con Maduro fue la táctica preferida. Y esa oposición derechista, que recurrió incluso a actos de violencia, encontró en el gobierno de Donald Trump un aliado que la llevó a soñar con el fin del chavismo.
Hubo intentos de invasión a través de otros gobiernos “amigos”, como el de Iván Duque y Jair Bolsonaro y hasta el apoyo de Mauricio Macri. Venezuela, en ese lapso, sufrió la baja del precio del petróleo, su principal insumo, como hecho fortuito, pero también el bloqueo económico y la incautación de la petrolera Citgo, con más de 2000 estaciones de servicio en Estados Unidos, y de las reservas de oro depositadas en el Banco de Inglaterra. En todas estas operaciones estuvo la sombra de Guaidó. Como ejemplo, los fondos en DEG del FMI por el Covid fueron bloqueados con la excusa de que “no hay claridad” sobre quién es el gobierno legítimo de Venezuela.
Guaidó emergió como figura tras las legislativas de diciembre de 2015, en las que la oposición arrasó y logró el control de la Asamblea Nacional. Desde allí intentaron destituir a Maduro y provocaron un enfrentamiento con el gobierno que para la población terminó siendo fatal. La consecuencia fue la hiperinflación y el desabastecimiento, que generaron una grave situación que llevó a millones de venezolanos al exilio por razones económicas.
En este clima, proliferaron denuncias por abusos de fuerzas de seguridad y la calificación de dictadura para el régimen bolivariano, que cuenta con el apoyo de las fuerzas armadas y gran parte de la población residente. Hubo intentos de encontrar salidas negociadas en República Dominicana coordinada por el expresidente de Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero que fueron petardeadas por la oposición por orden de Washington. Este año se reiniciaron nuevas conversaciones en México con la mediación de Noruega.
Estas elecciones son parte de esa mesa de diálogo, por momentos áspera, pero que demostró la porosidad de la oposición al gobierno de Maduro. La mayoría de los partidos aceptaron el convite y este domingo se harán presentes en las urnas. Guaidó quedó mal parado porque su propia legitimidad está en cuestión luego de que no se presentaron a la renovación parlamentaria del año pasado y formalmente ya no ocupa ninguna banca. Dijo que no votará pero entiende a quienes quieren participar. El dos veces candidato presidencial Henrique Capriles sí llamó a las urnas. “Tengo cuatro años que no voto, mi último voto fue en 2017 y el domingo voy a ir a votar (…) No se debe dejar de votar, creo que hay que reencontrarse con ese derecho y eso es lo que voy a hacer, y estoy seguro que millones de venezolanos también lo van a hacer”, dijo Capriles.
Una nueva era alumbra desde este domingo para la legitimidad de todos los actores políticos venezolanos.
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