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Temer le demostró a Bolsonaro quién manda en Brasil

Temer le demostró a Bolsonaro quién manda en Brasil

La realidad le demostró a Jair Bolsonaro que con sus bravuconadas ante una multitud no alcanza. Y comprobó, amargamente como lo había hecho el PT hace cinco años, que Michel Temer, con esa pinta de galán maduro, es el verdadero poder en las sombras en Brasil. El artífice del golpe contra Dilma Rousseff -que tras derrocar a la sucesora de Lula da Silva aprovechó el desconcierto general para tirar por la borda conquistas sociales de décadas y abrió las puertas a la venta de lo que quedaba de empresas públicas- no tuvo que hacer mucho trabajo para convencer al excapitán del Ejército de que por el camino de la confrontación con el Supremo Tribunal Federal se enfrentaba a un impeachment. En su boca, más que a consejo, la frase sonó a amenaza.

Que tenía mucho para perder Bolsonaro, se puede percibir en que con la carta que le dictó Temer dejó a muchos de sus fanáticos pedaleando en el aire. El texto, publicado en el Boletín Oficial, dice que sus exabruptos del 7 de setiembre “tienen que ver con el calor del momento” pero que “los embates siempre apuntaron al bien común”.

Desde las redes, sus fanáticos le hicieron saber la decepción. “Fin de juego”; escribió alguno que había llegado al climax en la Explanada de los Ministerios, de Brasilia. “Dia 7: en las calles con una agenda patriótica condenando o arbitrio (judicial). Dia 9: Bolsonaro elogia China como esencial y pide disculpas al STF. Game over”, vociferó otro, según la cobertura que hizo Folha de San Paulo.

La pelea contra el juez Alexandre de Moraes -cercano a Temer- ponía en riesgo incluso la libertad de sus hijos en una causa abierta por la difusión de fake news denunciando fraude electoral. Pero también facilitaba la respuesta ante la investigación por el desmanejo de la pandemia y por sobornos con las vacunas contra al Covid-19. Además, en el Congreso tampoco están dispuestos a inmolarse por una causa perdida. Tampoco lo están las cúpulas de las Fuerzas Armadas, el apoyo más decidido al proyecto que el mandatario representa.

Por otro lado, la situación económica es explosiva. Un relevamiento de Procon Río de Janeiro, un órgano del gobierno estadual para la defensa de los derechos de los consumidores, detectó variaciones de hasta 22% en los precios de arroz, 24% en harina de trigo, 29% en mandioca, y hasta 46% en huevos entre el 21 de agosto y el 2 de setiembre.

En los últimos 12 meses, la canasta básica de alimentos creció el 22%, la energía eléctrica el 14,2% y el aceite de soja el 83%, lo que complica la aplicación de medidas más antipopulares que tiene en carpeta el ministro de Economía Paulo Guedes. Los medios tradicionales ya hablan de “costo Bolsonaro” para definir a una situación de estancamiento y desinversión por la que se culpa a las desquiciadas  intervenciones del presidente.

El juez Moraes, en tanto, abrió causas contra los líderes de las cámaras de camioneros que bloquearon las rutas el martes pasado y se comprometían a un cierre total hasta cumplir con el objetivo presidencial. El youtuber y camionero Zé Trovão escapó a México. Las autoridades de Brasilia impusieron una multa de entre 300 mil y 500 mil reales por camión. Al mismo tiempo, la Procuraduría General de la República pidió bloquear las cuentas bancarias de la Asociación Nacional de Productores de Soja, que financiaron las manifestaciones.

El STF tiene en sus manos otra causa que preocupa a los pooles del agronegocio, el llamado Marco Temporal, sobre la interpretación del derecho a reclamos territoriales de las comunidades indígenas. Se trata de decidir si los pueblos originarios solamente pueden reivindicar áreas que ocupaban antes del 5 de octubre de 1988, cuando se promulgó la actual Constitución.

Desde el 22 de agosto, cuando la Explanada fue ocupada por representantes de 179 comunidades aborígenes, solo un juez relator, Edson Fachin, dio un veredicto que fue favorable al reclamo de los pueblos indígenas. Este martes, retoman las sesiones. Es un tema de agenda de Bolsonaro y el proyecto neoliberal de explotación de recursos a como dé lugar. Hay otros 300 procesos que están a la espera del resultado.

Tiempo Argentino, 11 de Septiembre de 2021

El golpista Temer y dos ex ministros fueron detenidos por corrupción

El golpista Temer y dos ex ministros fueron detenidos por corrupción

Si creyó que el golpe de timón hacia el neoliberalismo que puso en marcha tras la destitución de Dilma Rousseff alcanzaba para evitar la prisión, evidentemente Michel Temer hizo un mal cálculo. En la mañana de este jueves, un grupo de tareas de la policía federal irrumpió en su vivienda paulista y se lo llevó detenido por orden del juez Marcelo Bretas, bautizado por los medios como el «Sergio Moro carioca».

«Es una barbaridad», le dijo a un periodista cercano, Kennedy Alencar, cuando se lo llevaban detenido. Pero en el entorno del hombre que reemplazó a Rousseff mediante el golpe institucional de agosto de 2016 susurraron que desde hace semanas se la veía venir.

Junto con el ex presidente de facto fueron apresados también su ex ministro de Minas y Energía, Wellington Moreira Franco, y el ex jefe de la Casa Civil (Jefatura de Gabinete) Eliseu Padilha. Los tres aparecen administrando un sistema de obtención de fondos no demasiado limpios y quedaron inmersos en una serie de acusaciones en el marco de la Operación Lava Jato, que ya dejó entre rejas a otro expresidente, Lula da Silva, y elevó condenas contra cerca de 130 dirigentes y empresarios por un total de unos 1900 años de prisión.

El PMDB, (Partido del Movimiento Democrático Brasileño) acompañó al PT de Lula y Dilma en una alianza desde 2002 hasta que decidió traicionar los acuerdos. Acaba de emitir un comunicado en que dijo que «lamenta la postura de la Justicia en contra de la marcha de una investigación en la que se ha demostrado que no hay irregularidad por parte del ex presidente de la República, Michel Temer y del ex ministro Moreira Franco. El MDB espera que la justicia restablezca las libertades individuales, la presunción de inocencia, el derecho al contradictorio y el derecho de defensa «.

No es la misma interpretación de los derechos civiles que sostuvo ante la detención del ex dirigente metalúrgico, preso en Curitiba desde hace casi un año sin sentencia firme, una maniobra pergeñada por el juez Moro que impidió la postulación a la presidencia y abrió las puertas del Planalto al ultraderechista Jair Bolsonaro. Moro, en premio a esta operación, fue invitado a ocupar el cargo Ministro de Justicia. Y no lo rechazó. El PMDB hizo silencio porque creyó que con Lula fuera de la cancha habría lugar para ellos.

Temer enfrenta diez diferentes acusaciones en la Justicia, que ya estaban sobre el tapete en el plazo que estuvo al frente del Poder Ejecutivo, entre el 31 de agosto de 2016 y el 31 de diciembre de 2018, pero las fue esquivando porque su destitución hubiera implicado un caos aún mayor en la política brasileña. Pero en su caso, hay pruebas contundentes de su participación en delitos, delaciones de implicados y hasta filmaciones.

Según detalla el portal de OGlobo -el mismo medio que fogoneó la destitución de Dilma y la detención de Lula- una de las imputaciones es por una coima de un millón de reales que dice haber pagado la constructora Engevix al ex ministro Moreira y a un amigo de Temer.

Hay un caso de lavado de dinero que se habría registrado con la reforma de un inmueble de la hija del golpista, Maristela, en San Pablo, costeada por la empresa Argeplan. Junto a este incidente figura la investigación por sobreprecios en contratos con esa firma en una obra junto a Concremat. Argeplan también aparece en otras investigaciones ligadas a Temer en obras públicas.

Otro «arrepentido» lo involucra en un contrato ficticio en el puerto de Santos con la empresa Përola. Un directivo de Odebrecht involucra al trío ahora detenido en una coima de 10 millones de reales y dio pruebas sobre la negociación. En esa misma línea tenía una causa abierta por el otorgamiento de los puertos a empresas privadas durante su gestión de forma presuntamente irregular.

Las más documentadas públicamente son, sin dudas, la valija con medio millón de reales que le encontraron a su ex asesor Rodrigo Rocha Loures, debidamente filmado cuando recibía el «aporte» de un ejecutivo del holding J&F en una pizzería.

Temer en persona apareció en una cámara oculta que le hizo el dueño del frigorífico JBS donde reconoce que tuvieron que pagar por el silencio de Eduardo Cunha, que fuera titular de la Cámara baja y que abrió el juicio político contra Dilma Rousseff, pero terminó tras los barrotes porque le encontraron más de un millón y medio de dólares ocultos en una cuenta en Suiza. Recibió una sentencia de 15 años y 4 meses.

El juez Bretas, en tanto, es de fe evangélica, como gran parte del gabinete de Bolsonaro y de integrantes del Congreso brasileño. Asegura que sus creencias religiosas no interfieren para nada con su tarea profesional. Tiene 49 años, es esposo de una jueza federal y permaneció dos años en Washington, según su currículum, estudiando el sistema judicial estadounidense.

Entre sus casos más mediáticos, condenó a 30 años de prisión a Elke Batista, que fuera el empresario más rico de Brasil y uno de los 10 más acaudalados del mundo, por corrupción activa y levado de dinero.

También impuso una pena de 22 años y 8 meses a Sergio Cabral, gobernador de Río de Janeiro por el mismo partido que Temer, a la esposa y a funcionarios de su gobierno, por coimas.Ahora, tomó una delación premiada del empresario Lucio Funaro, homologada el setiembre de 2017 por el ministro Edson Fachin, del Supremo Tribunal Federal. Funaro esstá preso desde 2016 y reconoció haber sido el operador financiero del PMDB en el parlamento Ahora, tomó una delación premiada del empresario Lucio Funaro, homologada el setiembre de 2017 por el ministro Edson Fachin, del Supremo Tribunal Federal. Funaro esstá preso desde 2016 y reconoció haber sido el operador financiero del PMDB en el parlamento.

Tiempo Argentino, 21 de Marzo de 2019

Celso Amorim: «La preocupación principal del gobierno de Brasil es cómo complacer a Estados Unidos»

Celso Amorim: «La preocupación principal del gobierno de Brasil es cómo complacer a Estados Unidos»

Celso Amorim es un hombre de Itamaraty, que fue canciller durante todo el gobierno de Lula da Silva (2003-2011), pero ya había ocupado ese cargo en la gestión de Itamar Franco, entre 1993 y 1994, y luego fue embajador de Brasil en la ONU con Fernando Henrique Cardoso. Sin embargo, está identificado como un cuadro político del Partido de los Trabajadores y su nombre suena en todos los escenarios posibles, tanto sea para candidatearse a presidente si Lula es excluido, como para vice si el exobrero metalúrgico finalmente puede presentarse en octubre.

–¿Cuál será el futuro de Lula? ¿Sale libre?, ¿puede ser elegido?

–Tenemos que trabajar con la convicción de que va salir libre. Y que tenga el derecho de ser candidato. Porque es el que el pueblo brasileño desea. ¿Cómo tienen el coraje de hablar de democracia si la esencia de la democracia es la soberanía popular, y la voluntad del pueblo es que Lula esté libre y que sea candidato y que gane la elección? No hay duda de que su detención no es una cuestión técnica que solamente un juez puede analizar. La sentencia del juez (Sergio) Moro ha sido analizada urbi et orbi por especialistas. No conozco un académico que haya defendido la sentencia. Puede ser que haya pero yo no lo conozco. Y la vieron académicos de todo el mundo, incluso de Argentina, de Italia, que son muy críticos de la sentencia que llevó a la prisión a Lula. En la democracia de Grecia había un sistema por el cual los tribunales populares podían revisar lo que decían los tribunales más pequeños, de los arcontes. El gran tribunal popular es el pueblo. Que se deje al pueblo juzgar entonces. Y yo estoy seguro de que el pueblo va a decir que Lula es inocente y que es la mejor persona para ser presidente.

–Usted suele decir que fue un error haber subestimado la reacción de la derecha. ¿Creyeron que la derecha se había hecho democrática?

–Juscelino Kubitschek (1956-1961), que era progresista también, hizo una alianza con un partido laborista (Joao Goulart). El país estaba creciendo y pudo gobernar, pero cuando vino un período de más aprietos económicos, entonces vino la reacción. Ahora en Brasil y en América Latina no fue solamente la derecha local la que se dio cuenta de que estaba perdiendo terreno y maniobró a la clase media. Fueron también intereses internacionales. La gente que forma parte del Estado Profundo en EE UU, que no es (Barack) Obama ni (Donald) Trump, mira la creación de un Consejo de Defensa en Sudamérica, mira la creación de Unasur, un acuerdo que Brasil y Turquía hacen con Irán, los Brics, ¿y no harán nada?

–Una pregunta sobre eso, ¿es cierto que Obama envió una carta en favor de ese acuerdo?

–Obama lo había pedido seis u ocho meses antes, y semanas antes envió una carta reafirmando las mismas condiciones como las que nosotros mantuvimos. Pero había sectores en EE UU, entre ellos Hillary Clinton (entonces secretaria de Estado), que no eran favorables al acuerdo.

–¿Qué explicación dio Obama después de rechazar tan firmemente el acuerdo?

–Los grandes no tienen que dar explicaciones de nada.

–Uno imagina que también hubo enojos cuando Dilma no viajó al encuentro programado para fines de 2013 en Washington.

–Pero esa fue una reacción de dignidad. Dilma había sido espiada, como reveló Edward Snowden, algo que no ha sido jamás negado. Son acciones de independencia que les molestan. Yo trabajé muy bien con algunos diplomáticos norteamericanos, porque teníamos que negociar y hablar. Una vez le dije a uno: «El mejor amigo no es el que está siempre de acuerdo, sino el que comparte valores democráticos similares y puede ver las cosas de otra manera». De un modo un poco cínico y un poco humorístico, me dijo: «Preferimos los que siempre están de acuerdo».

–¿Era de la administración Obama?

–De la administración Clinton, cuando yo era embajador en la ONU.

–Itamaraty siempre fue visto como emblema de un país que quiere ser potencia, pero desde que cayó Dilma es como el furgón de cola de EE UU.

–Itamaraty es un cuerpo profesional muy competente, pero es como un violón (guitarra): si no se lo toca bien, hace todo mal. El hecho es que tiene que haber liderazgo y no hay liderazgo hoy en la política exterior de Brasil, no hay estrategia y, entonces, cosas que tienen que ser instrumento de la diplomacia pasan a ser fines en sí mismos. Los cocteles, las fiestas. Hoy Brasil tiene una política de subordinación estratégica con EE UU. Puede haber desacuerdos como los del acero o de aranceles, pero son desacuerdos menores. Incluso en esos casos las reacciones han sido muy tibias. En relación con la geopolítica en América del Sur, es muy grave que Brasil esté trabajando con EE UU para el aislamiento de Venezuela. No sólo desde el punto de vista ideológico, del pluralismo que debe existir en nuestra región. Lo es desde el punto de vista brasileño como Estado, porque no nos conviene para nada que Venezuela llegue a ser un Vietnam o que haya un golpe militar contra los intereses del pueblo venezolano. Está en nuestra frontera.

–Y en la Amazonia.

–El vicepresidente de EE UU (Mike Pence) estuvo en Brasil y anunció su visita a un campo de refugiados venezolanos en Manaos. ¿Qué tiene que ver él con eso? Ya fue la Cruz Roja Internacional, muy bien, ¿pero por qué el vicepresidente de los EE UU tiene que ir allá? Ese tipo de subordinación mental es lo más grave. La preocupación principal del gobierno es cómo complacer a EE UU.

–Fue muy claro en el proceso de impeachment contra Dilma la cantidad de diputados ultraevangélicos, por así llamarlos.

–El sistema electoral de Brasil es muy perverso, muy inductor de la corrupción. Un diputado, para ser elegido, tiene que ganar a los otros de su partido, que a la vez tiene que ganar la elección en colegios electorales enormes, como el estado de San Pablo. Eso hace a la elección muy cara, gran parte de los casos de corrupción fueron para financiar la campaña. Eso lleva a que sean elegidas personas con fuertes intereses locales. Y hay una clase dominante brasileña que es muy reaccionaria. En el gobierno de Lula tuvimos que convivir con ellos. No ha sido fácil. La gran mayoría de los propietarios agrarios es muy reaccionaria y son los que ahora ayudan a financiar a (Jair) Bolsonaro. Comparten la misma visión, están de acuerdo con él en que si hay un movimiento de campesinos, hay que masacrarlos y quiere armar a la población para reaccionar ante la toma de tierras.

–¿No hubo manera de cambiar el sistema electoral en los años de gobierno del PT?

–Yo creo que en el primer mandato de Lula era imposible porque él llegó con 20% en la Cámara de Diputados. Con aliados de izquierda o centroizquierda llegaba al 30%. Había que tener alianzas con alguna de esas fuerzas. Como el país estaba creciendo mucho por cosas como el commodity boom, eso de alguna disminuyó la agudización de la lucha de clases. Quizás en el segundo mandato se podría haber intentado algo, aunque tampoco había una gran mayoría. Pero hubiera implicado una concentración de esfuerzos que lo habría llevado a dejar de lado otros proyectos, en un país con tantas dificultades, con tantas carencias. Lula hablaba mucho de eso, pero siempre había otra prioridad.

–¿La militancia del PT existe o se dejó de lado?

–Brasil tiene una clase trabajadora mucho más chica en relación con Argentina, y menos organizada. Una gran parte de la población de Brasil vive en condiciones de alienación, en las periferias de las grandes ciudades. Sí sienten que su vida había mejorado, entonces la gran reforma política hoy es elegir a Lula. Y luego sí, tener una nueva constituyente para la reforma política. Pero no podemos salir de la prioridad actual que es luchar por el derecho de Lula a ser elegido porque, pese al sistema político, por la relación directa de Lula con la población, él sería elegido. En el mejor de los casos, el PT no tendrá más que el 20% o el 22%, la izquierda en total, aun con buena  voluntad para considerar qué es izquierda, no pasaría del 28%. Pero él supera todo este escenario.

Tiempo Argentino, 1 de Julio de 2018

Brasil, entre Lula y el hombre de las cavernas

Brasil, entre Lula y el hombre de las cavernas

Comenzó la hora de las precandidaturas para las presidenciales de octubre en Brasil. Cuando todas las encuestas coinciden en que el seguro ganador sería Lula da Silva, y sin un opositor que claramente le pueda hacer frente, hay una fuerte disputa por el espacio de la derecha que, por otro lado, tiene como  carta debajo de la manga una condena firme contra el fundador del PT que lo saque de carrera. 

Según una encuesta divulgada con exclusividad a corresponsales extranjeros en Brasil ¨a la que tuvo acceso el corresponsal de la agencia Télam¨ por parte del Instituto Brasilis, indicó que ante la pregunta sobre quién resolverá los problemas de Brasil, el 35% respondió «un candidato del PT» y el 32%, un candidato del PSDB, el partido del ex presidente Fernando Henrique Cardoso.

En el primer escenario, Lula lidera con 36% contra el 26% de Bolsonaro, 12% de Marina Silva y 11% de Geraldo Alckmin. La muestra fue hecha entre el 1 y el 5 de marzo, luego de que Lula fuera condenado en segunda instancia por corrupción a 12 años y un mes de prisión, lo que puede inhabilitarlo ante la justicia electoral e incluso arrestarlo en las próximas semanas.

En estos días, el actual presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, anunció su voluntad de presentarse con el partido Demócratas. Maia es, luego del golpe contra Dilma Rousseff que encumbró a Michel Temer, el segundo en la sucesión y ya ocupó provisoriamente la presidencia durante alguna gira del primer mandatario. 

Pero el que hizo más ruido, sin dudas, fue Jair Bolsonaro, quien desde hace tiempo viene ocupando pantallas con un discurso cavernario. Defiende la dictadura militar, es misógino, racista y por si fuera poco, cuando anunció su postulación prometió crear un «bloque de la ametralladora» para combatir el delito urbano. Al endurecimiento de las leyes penales quiere sumarle la liberación del derecho a portar armas. 

Bolsonaro es un excoronel que recibió el apoyo total de otro antediluviano, el general Hamilton Mourão, quien defendió al torturador más famoso de la dictadura en el discurso con que se despidió de sus colegas al pasar a retiro. Famoso por sus imposturas –decir que es más brutal que Donald Trump podría resultar poco– aprovechó esos minutos de cámara para atacar a Temer. Enojado, dijo que no se iba a dejar robar las banderas de la mano dura, en relación con la intervención militar a Río de Janeiro. 

Por lo pronto, luego de esa medida extrema del gobierno en el territorio que Bolsonaro considera propio, el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos mostró su preocupación. «Las fuerzas armadas no están especializadas en seguridad pública o en investigación», alertó ZeidRa’ad Al Hussein desde su despacho en Ginebra. 

En la ciudad carioca, mientras tanto, avanza la creación de un Observatorio de la Intervención (OI), para vigilar los movimientos de los militares. Eligieron como ícono de esas acciones un Cristo Redentor con binoculares y megáfono. Integran el OI, el Centro de Estudios de Seguridad y Ciudadanía (Cesec) de la Universidad Cándido Mendes,  Amnistía Internacional, la fiscalía brasileña y delegados de la mayoría de las favelas de la ciudad.

Temer, si logra reducir en breve los índices de criminalidad y sobre todo, si consigue que la población de Río de Janeiro vea algún resultado concreto sobre ese delicado problema, espera poder estar en la pelea por una candidatura. 

Según las últimas encuestas de Ibope y Datafolha, Lula tiene un 35% de intención de voto, mientras que Bolsonaro ronda los 17 puntos. Maia representa a un partido que es la continuación de ARENA, la agrupación política que armó la dictadura para ese sistema pseudo-democrático con que gobernó desde 1964 a 1985. Con el tiempo, ARENA devino en Partido Frente Liberal (PFL) y luego en Demócratas. Y por esas cosas de la política, hoy día es aliado del Partido del Movimiento Democrático Brasilero (PMDB), la pseudo oposición de aquellos años. El PMDB es la agrupación de Temer, integraba la alianza con el PT que se mantuvo en el poder desde 2003 hasta 2016, cuando rompió para derrocar a Dilma. Maia, en tanto, nació en Chile durante el exilio de sus padres y tiene un 1% de votos. Incluso si Temer formaliza su candidatura, dijo, el mantendrá la suya. Voluntarioso, aseguró en una convención partidaria que llegará a una eventual segunda vuelta. 

Otro con aspiraciones es Ciro Gomes, que fue gobernador del estado de Ceará, en el nordeste del país. Ocupó cargos en el gabinete de Itamar Franco, Fernando Henrique Cardoso y Lula da Silva. Socio del PT, llegó a cuestionar fuertemente la candidatura de Dilma en 2014. Ahora, con el Partido Democrático Trabalhista (PDT), espera estar en la discusión si es que el exdirigente metalúrgico resulta proscripto. Pero tiene apenas 4,3% de aprobación. Sin Lula, los analistas le auguran algo más del doble.

El centrista gobernador de San Pablo,Geraldo Alckmin, del Partido Socialista Democrático de Brasil (PSDB) de Cardoso, también tiene interés en presentarse. AL igual que el alcalde paulista, Joao Doria, no pasan del 10% de intención de voto.

Pero la gran atracción ¨y el gran temor en los círculos políticos más moderados¨ es Bolsonaro, que ya tuvo que pagar varias multas por insultar a mujeres legisladoras e incluso debió indemnizar a una comunidad afrobrasileña luego de decir que «los negros no sirven ni como reproductores».

Fuera de esa plataforma retrógrada, ya anunció un posible Gabinete con el general Augusto Heleno Ribeiro ¨prodictadura y proestadounidense¨ como ministro de Defensa y al exastronauta Marcos Pontes en Ciencia y Tecnología. También dijo que fusionará las carteras de Agricultura y Medio Ambiente, o sea que espera que los hacendados adquieran virtudes ecológicas. De economía dijo que no sabe nada, pero que llamará a un experto de la Escuela de Chicago. Que se queden tranquilos.

La mano privatizadora

El presidente Michel Temer ya mandó a vender unas 50 empresas y bienes estatales. Cosa de que aunque vuelva algún mandatario «populista» al Planalto, tenga las manos convenientemente atadas como para intentar una nueva aventura desarrollista. 

Hay dos joyas de la abuela que seducen a los inversores privados. Una, obviamente, es Petrobras, hasta hace cuatro años, una de las empresas más prósperas y valoradas del planeta. La otra es Embraer.

La firma fabrica aviones con tecnología propia y ya pisa fuerte en el mercado de aeronaves comerciales, al punto de que es la tercera productora mundial, detrás de la estadounidense Boeing y la francesa Airbus. 

Esta semana reportó ganancias por 246,8 millones de dólares en 2017 y un margen del 11% tras la entrega de 101 aparatos comerciales y 100 ejecutivos. Embraer, creada por el gobierno militar en 1969, fue privatizada en 1994, pero el Estado conservó una «acción de oro» que le permite vetar cuestiones estratégicas. Ahora puede quedar en manos de la estadounidense Boeing, que pretende quedarse con el 51% de las acciones, bajo el impulso del actual presidente.

Tiempo Argentino, 10 de Marzo de 2018