Peter Brian “Pete” Hegseth tiene 45 años y luce un porte atlético que pretende como modelo del soldado estadounidense. Se hizo popular como columnista en la cadena Fox, pero antes había llegado al grado de Mayor en el Ejército de EE UU, con misiones en la base de Guantánamo, en Siria, en Afganistán y en Irak. Adhiere a Reconstrucción Cristiana, un movimiento ultraconservador fundamentalista en el que confluyen ideas calvinistas y paleolibertarias y que tiene una relativa influencia en las derechas estadounidenses. Tiene un rotundo tatuaje de la Cruz de Jerusalén que le cubre el pectoral derecho. Es el símbolo de los Cruzados que pretendían recuperar Tierra Santa del dominio musulmán entre 1095 y 1291. Todo un mensaje que ya había marcado en su libro American Crusade, de 2020.
El martes pasado, Hegseth dio un discurso ante unos centenares de generales estadounidenses en la base naval de Quantico donde les planteó una nueva cruzada. Esta vez, para recuperar las glorias perdidas desde que en 1947 se cambió el nombre de la dependencia que dirige desde el 20 de enero a Secretaría de Defensa. Así explicó el regreso a aquella denominación histórica que había tenido desde la independencia: Departamento de Guerra.
El jefe del Pentágono atribuyó esta decadencia militar de EE UU a décadas de “wokismo”. O sea, de ser políticamente correctos. “No más caminar sobre cascaras de huevo”, les dijo a los altos oficiales. “Sí, pueden atacar como tiburones, pueden maldecir, pueden poner las manos encima de los reclutas”, avisó. “Luchamos para ganar. Desatamos una violencia aplastante y punitiva sobre el enemigo. Tampoco luchamos con reglas de combate estúpidas. Damos carta blanca a nuestros combatientes para intimidar, desmoralizar, perseguir y matar a los enemigos de nuestro país”, detalló.
Otras perlitas de su disertación, en la que destacó que los integrantes de las Fuerzas Armadas no pueden estar excedidos de peso, ni usar barba, ni carecer de entrenamiento duro. “En esta profesión, se sienten cómodos con la violencia para que nuestros ciudadanos puedan vivir en paz. La letalidad es nuestra tarjeta de presentación y la victoria nuestro único objetivo aceptable”. El speech está disponible en inglés acá: https://www.war.gov/News/Transcripts/Transcript/Article/4318689/.
Un detalle a tener en cuenta es que al inicio de su mensaje Hegseth había recurrido a una frase del escritor latino Flavio Vegecio Renato, si vis pacem, para bellum, que tradujo “quien quiere la paz debe prepararse para la guerra”. El atlético cruzado explicó que el lema databa del cuarto siglo de nuestra era y ya había sido utilizado por el primer comandante en jefe del Ejército y primer secretario de Guerra, el mismísimo George Washington.
Lo que no dijo el hombre, quizás porque eligió no verlo, es que esa máxima, esbozada por Vegecio en Epitoma Rei Militaris, (Compendio de asuntos militares) -uno de los primeros tratados de estrategias bélicas- es efectivamente del siglo IV, cuando la poderosa y arrogante Roma se adentraba lentamente en su decadencia, la que se profundizaría poco después, en 476, con la caída del Imperio Romano de Occidente, cuando el pequeño y fugaz emperador Rómulo Augústulo fue depuesto por el líder germánico Odoacro.
Ese Donald Trump que, hasta hace poco más de un mes pretendía el premio Nobel de la Paz por haber logrado un acuerdo entre Armenia y Azerbaiyán, parece haber renunciado a ese galardón. O quizás piense que si se lo dieron a Barack Obama lo de él tampoco debería sonar a una impostura. Por eso ahora profundiza sus amenazas contra Venezuela y apoya decididamente el genocidio en Gaza, cuando muchos de sus aliados, aunque a regañadientes, le están dando la espalda a Israel. O, quizás, es que el imperio se siente tan despavorido como para correr peligrosamente hacia un enfrentamiento contra las potencias que le están mordiendo los talones. Por imperio léase Estados Unidos, Israel, el Reino Unido y la OTAN. Por enemigos, China, Rusia, India y los BRICS. Pruebas al canto: mientras ataca a barquitos pesqueros frente a las costas venezolanas con la excusa de perseguir el narcotráfico, busca reactivar bases militares en el Caribe, Ecuador y Afganistán. El gobierno de Benjamin Netanyahu, en tanto, se lanzó a expulsar o exterminar a toda la población nativa de la ciudad de Gaza –lo que ocurra primero– ante la lenta respuesta de las instituciones y la creciente indignación pública, a horas de que desde este martes en Naciones Unidas se abran los debates de los jefes de estado de los países miembro en la 80ª Asamblea General de la organización.
A principios de mes, Trump firmó una orden ejecutiva para cambiar el nombre de la secretaría de Defensa por secretaría de Guerra, una denominación dejada de lado en 1947. Dos días más tarde, el funcionario a cargo del área, Pete Hegseth, viajó a Puerto Rico y a las pocas horas cinco cazas F-35 aterrizaron en la base naval Roosevelt Roads de Ceiba, Puerto Rico. El jueves pasado marines apostados en ese destino realizaron un simulacro de desembarco que elevó las alertas en Caracas.
Se trata de un destacamento que había sido desactivado en 2004 y que el presidente quiere reabrir para apoyar una posible incursión en Venezuela. Podría decirse que Roosevelt Roads simboliza los movimientos tectónicos que se estaban registrando en el mundo: había sido creada en 1941 cuando los submarinos nazis amenazaban por controlar el mar por donde en 1492 Cristóbal Colón protagonizó, sin saberlo, aquel otro gran giro de la historia que por poquito más de cinco siglos le dio la preminencia a Occidente. Había sido cerrada cuando parecía que la historia se había terminado, según Francis Fukuyama.
Al mismo tiempo, en Ecuador, el gobierno del empresario bananero Daniel Noboa, uno de los incondicionales de la Casa Blanca, firmó este viernes dos decretos para legalizar la reapertura de la base de Manta, cerrada en 2009 durante la presidencia de Rafael Correa. La Constitución de Montecristi prohíbe cualquier tipo de instalaciones militares extranjeras en su territorio. Noboa pretende matar dos pájaros de un tiro: que los ciudadanos digan si quieren una reforma constitucional y por otro lado, si aceptan bases militares de otro país. Las votaciones se realizarían el 30 de noviembre.
En Afganistán la cosa tiene también sus bemoles. Trump dijo que quiere reabrir la base aérea de Bagram, cerrada cuando Estados Unidos trasladó a los últimos funcionarios de Kabul en agosto de 2021, con el rabo entre las piernas. El plan del Pentágono es recuperar una guarnición estratégica que esta cerca de Irán, Pakistán y la India -países con armamento atómico- y a una hora de una planta nuclear china. Pero los talibán no están dispuestos a tolerar la presencia militar de estadounidenses. Ya bastante daño hicieron tropas estadounidenses en esas regiones desde que llegaron, aquel 7 de octubre de 2001.
En Venezuela, mientras el ministro de Defensa, general Vladimir Padrino López, anunciaba el plan estratégico Caribe Soberano 200, con el despliegue de buques de la armada hasta la isla de Orchila, a unos 160 kilómetros de Caracas, donde se ubica la base Antonio Díaz, la Asamblea Nacional aprobó por unanimidad el proyecto de ley sobre el Tratado de Asociación Estratégica con Rusia.
El acuerdo entre Maduro y Vladimir Putin se había firmado durante la visita del presidente bolivariano a Moscú, en mayo pasado, pero necesitaba la aprobación legislativa. La amenaza de Trump aceleró los tiempos.
Entre otras cosas, el pacto contempla una amplia colaboración en áreas de la economía, la energía, la minería, ciencia, tecnología y militar. Establece un proyecto de exploración de petróleo y gas y su procesamiento mediante una empresa conjunta entre la rusa Rosneft y PDVSA en la firma mixta Patromonagas. También detalla un esquema de seguro para el transporte de petróleo que tenga en cuenta las sanciones que padecen tanto Venezuela como Rusia. Además, promueve el desarrollo de ferrocarriles y telecomunicaciones y, a nivel político, plantea el respaldo mutuo en las instituciones internacionales y ante posibles amenazas para cada uno de los firmantes.
Conviene recordar que no es el primer acuerdo entre ambos gobiernos y que las fuerzas armadas venezolanas están siendo equipadas con material y reciben entrenamiento de Rusia. De hecho, el país caribeño fabrica bajo licencia fusiles AK y misiles y cuenta con aviones de combate Sukhoi Su-30.
Acuerdos en Londres
La gira de Donald Trump por el Reino Unido también sirvió para que el empresario inmobiliario viera de primera mano en qué consiste la pompa del viejo imperio anglosajón- con un banquete pantagruélico y claramente obsceno que le ofreció el rey Carlos III- para la firma de un pacto entre los dos aliados de cara a un futuro que los va a encontrar otra vez en la misma trinchera. El llamado Acuerdo de Prosperidad Tecnológica pretende recuperar terreno con China acelerando la investigación en IA para -especifica- «el desarrollo de nuevos medicamentos, tratamientos más rápidos y una mejor atención oncológica, y el apoyo a proyectos nucleares civiles», según el comunicado oficial. La agencia Xinhua destaca que por ese pacto -de sangre, se diría- la firma Microsoft invertirá 30.000 millones de dólares estadounidenses en infraestructura de IA en el Reino Unido y Google abrirá un centro de datos en Waltham Cross, Hertfordshire, como parte de una inversión de miles de millones de dólares en el país europeo durante dos años que puntualmente esquiva a Europa. Trump y el primer ministro Keir Starmer informaron sobre el pacto en una conferencia de prensa en la que aludieron, sin embargo, a las diferencias entre ambos mandatarios. Ocurre que el inquilino del 10 de Downing Street se inclina por el reconocimiento del estado de Palestina, mientras que el de la Casa Blanca recalcó que ese tema es “una de las pocas discrepancias” con el líder laborista. «La situación en Gaza es intolerable», dijo en cambio el premier británico.
Lo primero que se podría decir sobre las elecciones de medio término es que el resultado sorprendió incluso al oficialismo, que hasta un par de días antes se conformaba con un 30% de los votos y un tercio de los diputados. Si el 7 de septiembre el peronismo había aplastado a La Libertad Avanza con 14 puntos de diferencia en el principal distrito electoral de la Argentina, era inimaginable que apenas 49 días después fuera derrotado allí mismo, ajustadamente pero simbólicamente de una manera contundente.
En resumidas cuentas, Javier Milei obtuvo un aval impensado hasta días antes para concretar un modelo económico-político que llegó al 26 de octubre con la lengua afuera, sostenido por la ayuda del Gobierno de Estados Unidos. Si alguien debería haberse subido al escenario montado en el Hotel Libertador quizás fuera Scott Bessent, el secretario del Tesoro, o directamente Donald Trump, que a su manera se puso la cocarda: «¡Gran triunfo en Argentina para Javier Milei, un candidato maravilloso respaldado por Trump! Nos está dejando a todos en una buena posición. ¡Felicidades, Javier!», escribió en su red Truth
Una respuesta más acabada de lo que ocurrió este domingo llevaría algunas semanas de estudios e investigaciones de campo. Y quizás ni así se pueda llegar a alguna conclusión. De modo que cualquiera de las hipótesis que se puedan desmenuzar, en principio, tienen cabida. Es cierto que el porcentaje de participación fue el menor desde la recuperación de la democracia, un 67,9 %. El tema es cómo interpretar esas ausencias. Si son desencantados de la democracia argentina en general, debería ser una llamada de atención a la dirigencia política. Pero el ganador está más que conforme con ese estado de cosas y, además, en las últimas semanas reclamó con insistencia que los ciudadanos acudieran a las urnas. En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, esta vez hubo unos 238.000 votantes más que en septiembre. Pero Fuerza Patria perdió ahora 262.000 votos y en cambio LLA, a pesar de haber llevado en la boleta la foto de un candidato que se tuvo que bajar, sumó más de 880.000 sufragios.
Tribulaciones bonaerenses En la provincia de Buenos Aires el resultado desnudó críticas desde sectores kirchneristas contra la decisión de Axel Kicillof de desdoblar los comicios. Sin embargo, nada garantiza que todo hubiese sido diferente si los bonaerenses iban a las urnas para elegir legisladores provinciales y nacionales el mismo día. En todo caso, ese cruce obedece a la cuestión de fondo en el peronismo: cómo se rediseña si quiere ser una opción a la ultraderecha gobernante. Las internas que lo llevaron a perder en 2023 luego de un Gobierno que quedó atrapado en esas peleas lo siguen teniendo maniatado. Así y todo, en diputados mantuvo su poder de fuego: sigue con 98 escaños, y en el Senado si bien perdió seis bancas, sigue siendo el bloque mayoritario, con 28. Claro que en ese escenario Milei se convierte en el líder de estos tiempos. Bajo la férula de otro Gobierno ultra como el de Trump, enfrascados ambos en una cruzada conservadora internacional de la que Argentina es quizás el laboratorio más puntual.
En el chisporroteo bonaerense se señala que esta vez los intendentes no se movilizaron porque en septiembre ya habían cubierto sus espaldas, y no tenían alicientes. Todo es tan efímero que hasta el viernes Kicillof pintaba como el candidato natural del peronismo para 2027 y ahora aparece cuestionado tras la derrota por apenas 46.600 votos, que fue la diferencia entre Diego Santilli y Jorge Taiana. En condiciones que, tras el empoderamiento de Milei, le serán más difíciles. Por otro lado, en los distritos que gobiernan los intendentes peronistas del Conurbano, ganó Fuerza Patria. Kicillof, si bien reconoció la derrota ante LLA, destacó que el peronismo sumó una banca en la provincia, donde renovaba 15 y consiguió 16. El mandatario provincial dijo que «la situación del pueblo no va a mejorar mientras sigan con las mismas políticas».
Sobre la injerencia estadounidense en estas elecciones, algo que la historia argentina llamaba a ver como un error político del Gobierno, acotemos que también resultó una demostración de que los tiempos cambiaron de manera dramática. Jaime Durán Barba, que supuestamente ostenta un amplio conocimiento del electorado argentino desde su paso como asesor -incluso «hacedor»- de Mauricio Macri, había dicho en una entrevista con el diario Perfil el 22 de septiembre que la ayuda de EE.UU. no iba a favorecer a Milei. «Argentina es el país más antinorteamericano del continente; la mayoría tiene antipatía hacia EE.UU.», dijo.
Sin embargo, esa precepción no es reflejada en una encuesta del Pew Research Center, un think tank no partidista estadounidense cuyos estudios son tomados seriamente, publicada en julio pasado, revela que el 43% de los argentinos consideran que EE.UU. es el más importante aliado del país. En el sexto puesto en una tabla que ocupa en primer lugar Israel, y apenas un poco menos que la consideración de los británicos (51%). El Brasil del Lula da Silva, que se le plantó este domingo a Trump en Malasia figura tres puestos más abajo, con 41% de apoyo. De ser cierto, tal vez también el voto del domingo fue para las alianzas férreas de Milei tanto con Washington como con el Gobierno de Benjamin Netanyahu.
In Argentina, Brazil, Canada, and Mexico, the United States is the most commonly named ally and the top threat. https://t.co/BffgwllcRx
Algunas cosas claras Un Milei algo más moderado, aunque lanzando chicanas contra el kirchnerismo -un brulote que le dio resultado y al que recurrirá seguido, porque no tendrá un enemigo mejor en los dos años que le quedan de mandato- celebró haber pasado de 37 diputados violetas a 101 y de 6 senadores a 20. Al mismo tiempo, llamó a construir consensos para las reformas que pretende, y que estaban delineadas en el Pacto de Mayo, que tanto le costó que se firmara el año pasado. Ese llamado sin dudas obedece a los lineamientos del Gobierno de Estados Unidos, de las élites locales e incluso de los gobernadores a los que invitó a la «fiesta». Que no tendrán demasiadas razones para estar en contra, ya que, como fue el caso del grupo Provincias Unidas, terminaron derrotados en sus propios distritos. Los ejemplos más notorios fueron los del santafesino Maximiliano Pullaro -cuyo candidato quedó en tercer lugar, debajo de LLA y de la representante de FP- y del «cordobesismo», que buscaba pista con su líder, Juan Schiaretti, para un «camino del medio» dentro de dos años. Si algo quedó claro en esta ocasión, es que no es un campeonato para centro-delanteros, todo se juega por los laterales.
La otra interna caliente de la política nacional quedó por el momento despejada con lo que cantaron las urnas. Así, el –por ahora– moderado Milei agradeció a todo su Gabinete, sin olvidar ni al renunciante Gerardo Werthein, pero hizo subir al escenario a los se supone enemistados Santiago Caputo y su hermana. Antes, los primeros en hablar cuando ya se sabía que el resultado sería irreversible, fueron Karina Milei y Martín Menem, los dos más cuestionados por los medios y la oposición. Si EE.UU. y las acusaciones contra José Luis Espert ya no son mala palabra, parece que tampoco lo serán las acusaciones de coimas en la Andis y el sitial del sobrino del expresidente Carlos Menem en la presidencia de la Cámara Baja. Mauricio Macri, otro involucrado en esta movida pero que lo mira con la ñata contra el vidrio, aplaudió con manos rojas que el proyecto que desea que se vea como suyo, tiene posibilidades de cristalizarse.
Mis felicitaciones a LLA, al Presidente Milei y, especialmente, a todos los argentinos que hoy apoyaron el cambio. Este resultado electoral sobresaliente renueva las esperanzas en nuestro país. No perdamos esta oportunidad única para producir las transformaciones pendientes y…
Muchos en los medios resaltaron que es la primera vez en la democracia argentina que un Gobierno que acarrea denuncias de corrupción gana elecciones con una situación económica desastrosa. Habrá que ver ahora cómo se acomodan los comunicadores que en las últimas semanas perecieron despegarse de su comunión con Milei y ahora lo tienen nuevamente ganador. Y también habrá que ver si ese tono «acuerdista» le dura. Ya adelantó que del otro lado está el kirchnerismo, así, genéricamente. Ahora, «la casta» está adentro y va a ser más necesaria que nunca.
El 18 de abril de 2009, en la V Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago, Hugo Chávez le regaló a Barack Obama un ejemplar de Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano. El flamante inquilino de la Casa Blanca buscaba un acercamiento con la región y se presentaba como un nuevo rostro, más amigable, de Estados Unidos. El venezolano lo quería ilustrar sobre el drama de lo que desde Washington se quiere ver como un simple patio trasero. Por gestos como ese, a fin de ese año Obama recibió un Premio Nobel de la Paz. El domingo pasado, el colombiano Gustavo Petro respondió a las amenazas de Donald Trump con una invitación a que dejara de ser “grosero e ignorante de Colombia” y leyera Cien años de soledad, la magistral obra de Gabriel García Márquez, Nobel de Literatura 1982. Pero todo indica que el empresario inmobiliario sigue a pie juntillas un verso de otro uruguayo, Alfredo Zitarrosa, y piensa que, si “un batallón es para batallar”, un Departamento de Guerra es para hacer una guerra. Y a eso se está lanzando en el Caribe con un resultado tan preocupante como incierto.
La ofensiva contra el gobierno de Nicolás Maduro, al que la administración Trump acusó de liderar un cartel del narcotráfico, sigue lineamientos que ya había iniciado Obama en marzo de 2015 cuando declaró a Venezuela «una amenaza para la seguridad de Estados Unidos” y aplicó sanciones a sus líderes políticos. O sea, nada nuevo bajo el sol. Pero ahora se agregó a esta puja el mandatario colombiano: el viernes la Casa Blanca impuso sanciones contra Petro, su esposa, Verónica Alcocer, su hijo Nicolás y el ministro del Interior, Armando Benedetti. Los imputa de tener vínculos con el narcotráfico y los incorporó a la llamada Lista Clinton, un catálogo que elabora la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), una dependencia del Departamento del Tesoro, que está a cargo de Scott Bessent. El «virtual virrey de Argentina», como califican algunos analistas, dijo, sin aportar ninguna prueba, que «desde que Petro llegó al poder, la producción de cocaína en Colombia se ha disparado a su nivel más alto en décadas, inundando Estados Unidos y envenenando a los estadounidenses».
La inscripción de Petro en la lista negra se produce a semanas de que en la Asamblea general de la ONU hubiera fustigado el genocidio en Gaza con el apoyo implícito de EE UU y dijo: “No hay raza superior. No hay pueblo elegido de Dios. No lo es ni Estados Unidos ni Israel. El pueblo elegido de Dios es toda la humanidad”. No sólo eso, junto con Roger Waters llamó a los soldados del ejército estadounidense a que “no apunten con sus fusiles contra la humanidad”. Lo que le valió el retiro de la visa si quisiera volver a cruzar las fronteras. Desde entonces el enfrentamiento no hizo sino escalar.
Así, a cada nueva lancha con presuntos narcotraficantes que las fuerzas de EE UU bombardearon cerca de las aguas territoriales venezolanas, el colombiano respondió que los asesinados eran pobres que a lo sumo transportaban minucias o humildes pescadores y destacó que, en algunos casos, se trató de colombianos y trinitenses, no de venezolanos como informan desde Washington. Además, puntualizó que los verdaderos narcotraficantes “viven en Nueva York, París, Madrid y Dubái. Muchos tienen ojos azules y cabello rubio, y no viven en los barcos donde caen los misiles. Viven junto a la casa de Trump en Miami”. En paralelo, el secretario de Guerra, Pete Hegseth, se encargó de ordenar la reapertura de la base de Roosevelt Roads, en Puerto Rico, en la que se entrenan tropas destinadas a alguna posible incursión en Venezuela, y ordenó el traslado del portaaviones Gerald Ford (ver aparte), el mas grande de la flota, en una peligrosa provocación contra el gobierno de Maduro, el de Petro y, por si quedaran dudas, de Lula da Silva en Brasil.
La pregunta puede parecer trivial, pero ¿cuánto habrá influido en este encono que el Nobel de la Paz de 2025 fuera para la opositora María Corina Machado y no para Trump? Lo concreto es que parte del resentimiento con Petro se relaciona con que el mandatario desnuda la falacia de los argumentos de Trump.
Este mismo viernes, Petro convocó a una Marcha por la Paz, la Democracia y la Soberanía Nacional que a la vez sirva para establecer un poder constituyente hacia una reforma de la Carta Magna. “Creí que nos podíamos ayudar francamente (con Trump), sin trampas, pero hasta yo mismo tuve que darme cuenta de que la excusa de la lucha contra las drogas es en realidad un programa de control colonial sobre los países de América Latina», dijo a la multitud. «El señor Trump ataca al líder colombiano que más se ha opuesto al narcotráfico, sediento de poder político y de sangre en Colombia”, agregó.
Para Petro, la Casa Blanca se alía con las verdaderas mafias del narcotráfico, entre las que incluye a la oposición de derecha, y en su cuenta de X reveló ayer que “Verónica Alcocer está separada de mí hace años, la perjudican gratuitamente. Ya la oligarquía colombiana había dado orden de procesarla y a mi hijo de abrirle varios procesos. Es su estrategia electoral”.
Vale recordar que Bill Clinton y el entonces presidente Andrés Pastrana firmaron en 1999 el llamado Plan Colombia, un acuerdo que entre otros ítems, se vendió como una estrategia para luchar contra el narcotráfico y poner fin al conflicto armado, con miles de millones de dólares en «ayuda militar». El plan incluyó la instalación de siete bases militares. El 16 de septiembre pasado, EE UU retiró la certificación de Colombia como aliado en la lucha contra las drogas y un día después Petro anunció que dejaría de comprarle armas. «
Los otros desafíos de Donald
Como para demostrar que el principal obstáculo para que se cumpla un alto el fuego que Donald Trump como el que había logrado el 13 de octubre es Israel y no la residencia islámica, esta semana, mientras el vicepresidente JD Vance pisaba suelo israelí, la Knesset aprobó en primera lectura la anexión de Cisjordania. La postura de Vance fue contundente: «Fue algo estúpido. Es algo puramente simbólico, un truco, y personalmente algo insultante». Ya en julio pasado, el parlamento había aprobado una moción -como esta, no vinculante- para declarar que “Judea y Samaria (como se denomina a esa región en la Biblia y pretende la derecha israelí) son una parte inseparable de la patria histórica del pueblo judío”. Ahora, puntualiza que Israel puede aplicar sus leyes y su soberanía sobre los asentamientos que desde 1967 viene construyendo de manera ilegal en Cisjordania «para establecer el estatus de estas áreas como parte inseparable» del estado israelí.
Este cruce que bien puede ser interpretado como un desafío a la Casa Blanca de los partidos que acompañan a Benjamin Netanyahu en el gabinete, es apenas una de las guerras en las que Trump pretende que lo vean como un pacificador. En la otra, Ucrania, tampoco las tiene todas consigo y en este caso los europeos parecen ser los que intentan impedir un encuentro con Vladimir Putin en Budapest, como se había hablado luego de la última charla telefónica entre ambos mandatarios del 16 de octubre.
Europa, mientras tanto, parece definitivamente haber perdido el rumbo y al tiempo que la UE emitió el paquete número 19 de sanciones contra Rusia entre las que incluyó a empresas chinas que comercian con el país euroasiático, el ministro de Relaciones Exteriores alemán intentó mantener reuniones en Beijing. Según informó la agencia germana dpa, Johann Wadephul decidió suspender el viaje porque no había conseguido que ningún funcionario de relevancia lo recibiera. Algo le quisieron decir.
Comentarios recientes