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Lula y Xi Jinping avanzan hacia acuerdos por fuera de la dictadura del dólar

Lula y Xi Jinping avanzan hacia acuerdos por fuera de la dictadura del dólar

Lula fue sorprendido en Beijing en la tradicional parada militar con que se acostumbra a celebrar la visita de un personaje ilustre. El acontecimiento requería una simbología acorde, de modo que en su recorrida junto al anfitrión, el presidente Xi Jinping, la banda tocó un tema de Ivan Lins, el creador de tantos temas de la época de oro de la música popular brasileña. El elegido no podía ser más adecuado a lo que buscaban mostrar: Novo tempo (Nuevo tiempo), grabado durante la dictadura promovida por EE UU y que dice, entre sus estrofas: “a pesar de los castigos, estamos crecidos, estamos atentos, estamos más vivos (…) A pesar de los peligros, de la fuerza más bruta, de la noche que asusta, estamos en la lucha”.

Lula y Xi, en efecto, sellaron una alianza Sur-Sur que representa el mayor peligro para la Casa Blanca en esta parte del mundo, a 200 años de la Doctrina Monroe, que entendía que el “hemisferio sur” es su patio trasero y ninguno de afuera tiene por qué meter sus manos en este plato exclusivo.

«Es preciso que Estados Unidos pare de incentivar la guerra (en Ucrania) y comience a hablar de paz, es preciso que la Unión Europea comience a hablar de paz», dijo a los periodistas antes de partir hacia Emiratos Árabes Unidos, otro grano en el trasero de Washington (ver aparte). Lula quiere intermediar entre Moscú y Kiev, aunque ya el presidente Volodimir Zelenski adelantó que no piensa en renunciar a Crimea.

La moneda en el aire

Pero no es esto lo que más preocupa en Estados Unidos. En su gira por China, Lula asistió en Shangai a la asunción de Dilma Rousseff en el banco central de los BRICS (ver aparte) y ya que estaba, recorrió la planta de Huawei, el gigante de las telecomunicaciones que lidera el desarrollo de la tecnología 5G y que por tal motivo ordenó cancelar el gobierno de Donald Trump.

«Por primera vez se establece un banco de desarrollo de alcance global sin la participación de los países desarrollados en su fase inicial. Libres, por tanto, de las cadenas de las condicionalidades impuestas por las instituciones tradicionales a las economías emergentes. Y más: con la posibilidad de financiar proyectos en moneda local», puntualizó Lula, quien destacó que entre esos organismos está el FMI, “que pone el cuchillo en la garganta (…) asfixia a países como Argentina”. Gesto que llevó a una declaración de Alberto Fernández. “No podemos dejar que nos asfixien”; dijo, mientras el ministro Sergio Massa negocia con la cúpula del Fondo nuevas condiciones para el crédito que tomó Mauricio Macri.

La hegemonía del dólar entró en una fase de pelea de fondo desde las sanciones aplicadas a Rusia, entre las cuales figuró en primer lugar la incautación de los fondos en dólares que el gobierno de Vladimir Putin tenía depositados en bancos occidentales, unos 300.000 millones de dólares. Fue una señal de que no resulta confiable el sistema financiero que aún rige en el mundo y eso se vio reflejado estos últimos meses con la caída del Silicon Valley y del Signature Bank en EE UU pero también del Credit Suisse.

Rubio con temores

El que la vio clarita fue el senador republicano Marco Rubio, que normalmente expresa lo más rancio del imperialismo estadounidense, como buen heredero de los cubanos exiliados en Miami. Durante una entrevista con el Canal Fox –trumpista si los hay- previo a la gira de Lula, dijo que el acuerdo que ya en enero habían firmado Brasil y China para comerciar en monedas locales “da la vuelta al dólar”.

Y mostró el revés de la trama de lo que en realidad molesta y preocupa en este escenario global. Si esto sigue por ese camino, señaló, “en cinco años habrá tantos países que realicen transacciones en monedas distintas al dólar que no tendremos la capacidad de sancionarlos”.

En otras intervenciones del ultraconservador indicó que “la supremacía productiva de los astilleros chinos supera ampliamente a la de los estadounidenses”, lo que a un plazo no demasiado largo amenaza el control de la navegación por los mares del mundo en que EE UU basa gran parte de su poderío.

Rubio tampoco perdió ocasión de pasarle factura al presidente francés, Emmanuel Macrón, por recientes declaraciones tras su visita a China en la que dijo que Europa debe ser más independiente de Estados Unidos y convertirse en una tercera pata del dominio del planeta, en una mesa a la que suma por obvias razones al gigante asiático.

«La pregunta que los europeos deben responder es: ¿nos interesa acelerar una crisis en Taiwán? No. Lo peor sería pensar que los europeos debemos convertirnos en seguidores en este tema y seguir el ejemplo de la agenda de EE UU y tener una reacción exagerada de China”, dijo Macron.

La respuesta de Rubio no podía ser más clara. Se preguntó si Macron habla por si mismo o por su continente. “Si Europa no va a tomar partido entre los Estados Unidos y China sobre Taiwán, entonces quizá tampoco debamos tomar partido en el conflicto ucraniano», espetó en un video en su cuenta de Youtube.

Macron, a todo esto, ni bien volvió de Beijing se apuró a promulgar la ley de reforma previsional contra la que trabajadores, sindicatos y estudiantes se vienen manifestando hace meses. Habrá novedades.  «

Los nuevos amigos y la paz en Yemen

En 1971, el presidente Richard Nixon decretó la inconvertibilidad del dólar con el oro. Hasta entonces, cada verde circulante debía tener una contraparte en dorado metal depositado en Fort Konx, la base militar donde se almacenan las reservas de EE UU. Desde entonces, la moneda estadounidense sustentó su valor en la obligación de vender el petróleo en dólares -lo que produjo aumento de precio y el enriquecimiento estrepitoso de las dinastías árabes de Medio Oriente y selló la alianza de Washington con monarquías medievales- y el poderío militar.

Todo el que quiso ir por fuera de esa exigencia terminó en desgracia. Así cayeron Saddam Hussein y Mohamar Khadafi, cuando intentaron salir de la dictadura del dólar. Ellos fueron eliminados y sus países destruidos. Irán, desde la Revolución Islámica de 1979, es otra amenaza que hasta hace unos días estaba enemistado con el régimen saudita. China logró un histórico acuerdo, donde intervino Emiratos Árabes Unidos.

Tiembla el dólar tras ese acuerdo que, como primera medida, logró avanzar hacia la paz en Yemen, donde desde 2014 –justo con el golpe en Kiev, qué casualidad-se disputó una guerra civil en la que iraníes y sauditas estaban en veredas enfrentadas. EEUU fogoneó ese conflicto, que tuvo un costo de casi un cuarto de millón de muertos.

Tiempo Argentino, 16 de Abril de 2023

Rusia dice que negociará con Ucrania cuando haya un nuevo orden mundial

Rusia dice que negociará con Ucrania cuando haya un nuevo orden mundial

Sergei Lavrov, el experimentado ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, no se anduvo con vueltas durante una visita a Ankara. «Las negociaciones de paz en Ucrania solo serán posibles si se establece un nuevo orden mundial», dijo ante una consulta periodística, para escándalo de los medios occidentales. Lavrov fue a la capital turca para tratar la prolongación del acuerdo por el cual permite las exportaciones de granos a través del Mar Negro. En ese rubro, tampoco el canciller ruso se mordió la lengua: «Si no hay ningún avance en el levantamiento de los obstáculos a las exportaciones de fertilizantes y cereales rusos, entonces nos preguntaremos si ese acuerdo es necesario», advirtió.

El argumento ruso es que si bien se liberó, por mediación del gobierno de Turquía, el tránsito de cereales ucranianos hace casi un año y en medio de la escasez y el incremento de los precios internacionales, el compromiso era permitir también la comercialización de alimentos y fertilizantes rusos. Pero eso no está ocurriendo, y de hecho Moscú denuncia que los bancos presentan obstáculos a la hora de acreditar los pagos, lo que la obliga a tomar medidas en consecuencia.

Las palabras de Lavrov parecieron una respuesta a las presiones de Francia y la UE en Beijing para que Xi Jinping a su vez busque sentar a Vladimir Putin a una mesa de negociaciones. En todo caso, podrían ser interpretadas como una respuesta a dos bandas: por un lado a los países occidentales que buscan interceder ante China para poner una cuña entre Beijing y Moscú. Por el otro, para recordarle a Xi que el tema de Ucrania es irrenunciable para Putin.

Mientras en Ucrania la Guerra parece estancada en el nudo de Bajmut, un enclave de comunicaciones viales y ferroviarias por el que las tropas de ambos países están luchando cuerpo a cuerpo desde hace semanas, en Moscú se celebró el funeral del bloguero conocido como Vladen Tatarsky, nacido Maxim Fomin, quien falleció en un atentado en un bar de San Petersburgo. Se trata del segundo golpe de esas características que el Kremlin atribuye a agentes de Ucrania. En agosto del año pasado había muerto Daria Duguina, hija del filósofo e ideólogo Alexandr Duguin, en la explosión de una bomba que le colocaron en el auto que iba a usar su padre. En una guerra como la que se desarrolla en Ucrania, esta es una práctica que se torna habitual. Hace diez días Rusia no logró que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara una moción para investigar el sabotaje a los gasoductos Nord Stream, que fuentes inclusive occidentales atribuyen a agentes de EE UU y Noruega. Por otro lado, el corresponsal del Wall Street Journal en Rusia, Evan Gershkovich, detenido hace unos días en Ekaterinburgo, fue acusado formalmente de espionaje por el Servicio Federal de Seguridad (FSB). El hombre, de 31 años, había sido corresponsal de la agencia AFP y colaboró en el The Moscow Times, un portal de noticias en inglés. Lavrov aseguró que los agentes corroboraron que había intentado recibir información secreta que comprometía la seguridad rusa, algo que tanto el diario financiero como el gobierno de Joe Biden niegan.

Tiempo Argentino, 8 de Abril de 2023

El juego geopolítico que se muestra en las Olimpíadas de Invierno en Beijing

El juego geopolítico que se muestra en las Olimpíadas de Invierno en Beijing

Los presidentes de Rusia, Argentina y Ecuador y el secretario general de la ONU le dieron un marco variopinto a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing. En el marco de la disputa geopolítica de las tres mayores potencias nucleares del planeta, Estados Unidos, Rusia y China, la ceremonia de apertura fue todo un símbolo de lo que se está jugando en el tablero internacional: poco antes de la llegada de la antorcha olímpica en manos de una esquiadora nativa de Xinjiang, los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping se reunieron y en una declaración conjunta criticaron el papel desestabilizador de las fuerzas occidentales en esa parte del mundo, especialmente la Otan y la flamante alianza AUKUS (EE UU, Australia, Reino Unido). En el Capitolio, en simultáneo, la Cámara de Representantes aprobó por 222 votos a 210 un proyecto de ley para relocalizar hacia territorio estadounidense las plantas elaboradoras de chips electrónicos.

Desde la Casa Blanca, ni bien asumió el puesto Joe Biden, se planteó alguna medida contra la olimpíada y se plasmó en diciembre pasado con el anuncio de un boicot diplomático alegando el “genocidio y los crímenes de lesa humanidad” cometidos en la región de Xinjiang, de donde es oriunda Dinigeer Yilamujiang, la última portadora del símbolo del torneo ecuménico.

La medida que ensayó el inquilino de la Casa Blanca no impidió que los deportistas asistan, aunque no lo hacen representantes del gobierno. Es el regreso de la metodología de “escupir el asado” que se había registrado por última vez en 1988 en los Juegos de Seúl, donde en los estertores de la Guerra Fría, Corea del Norte, Cuba, Nicaragua, Albania y Etiopía no participaron.

Cuatro años antes, países de la órbita soviética boicotearon las Olimpíadas de Invierno en Los Ángeles en represalia al boicot de Estados Unidos y países occidentales a los juegos de Moscú, lo que curiosamente fue una medida del presidente Jimmy Carter en rechazo a la invasión de la URSS a Afganistán.

Hubo debates en torno a la asistencia a Juegos Olímpicos en otros momentos de la historia. Quizás el más profundo se produjo en Estados Unidos en 1936, cuando el certamen se realizó en Berlín y se planteaban acciones contra el régimen de Adolf Hitler. El presidente Franklin D. Roosevelt se escudó en que el Comité Olímpico era una entidad independiente para no tomar una decisión.

A pocos meses del retiro de las tropas invasoras de Afganistán –ahora vestían uniforme de EE UU y la Otan– la administración Biden intenta mostrar liderazgo en una zona estratégica. Avanzó en ejercicios militares en el Mar de la China y en la alianza AUKUS, que tiene todos los cañones enfocados hacia el gigante asiático. Lo mismo ocurre en Europa, donde la crisis en Ucrania (ver aparte) tiene mucho de ese mostrar una actitud beligerante contra el cada vez más firme aliado de China.

Por eso no es casual que además de Putin, hubiesen asistido Antonio Guterres, Alberto Fernández y Guillermo Lasso. El portugués conduce un organismo que en muchos momentos fue convidado de piedra en todas las escaramuzas habidas entre las grandes potencias alrededor del mundo. Su presencia muestra la decisión de no dejar a nadie afuera. Se debe tener en cuenta que China continental recién fue admitida en la ONU el 25 de octubre de 1971, mediante la resolución 2758, en la que se reconoció al gobierno de ese país como único representante de China y como uno de los cinco miembros del Consejo de Seguridad Permanente. Hasta entonces ese asiento estaba en manos de Taiwán. El mandatario argentino, (ver aparte) fue en busca de inversiones del país llamado a ser la potencia económica más fuerte del mundo, un socio comercial determinante en el escenario nacional. El ecuatoriano, en tanto, es un banquero ligado al mundo financiero internacional y con propuestas de gobierno más cercanas al neoliberalismo que a cualquier vertiente salpicada de socialismo. Pero entiende cómo se mueven las fichas en el mundo de hoy.

Tiempo Argentino, 5 de Febrero de 2022

Fortaleza oriental

Fortaleza oriental

Informe especial | CHINA DESAFÍA A ESTADOS UNIDOS
El país asiático se acerca al liderazgo mundial en base a una economía vigorosa, un creciente poderío tecnológico y militar y el respaldo de su cultura milenaria.

Xi Jinping. Presidente desde 2013, declaró al renacimiento de la República Popular como «un proceso histórico irreversible». (Fong/AFP/Dachary)

El nombre con que los chinos designan a su país, zhongguo (中国), significa imperio o país del centro. Las élites de Estados Unidos se jactan de ser herederas de una nación excepcional que tiene la obligación moral de llevar al resto del mundo sus valores democráticos. Qué mejor ejemplo para ilustrar eso que se llama Trampa de Tucídides, por el historiador griego del siglo de oro ateniense, que reflejó la inevitabilidad de un enfrentamiento bélico entre una potencia en retirada y una emergente que busca su lugar bajo el sol. Con un agregado: desde la crisis financiera de 2008, y sobre todo con la pandemia, se aceleraron los plazos para ese «choque de planetas» entre una civilización oriental y otra occidental. El paso de Donald Trump por la Casa Blanca no hizo sino desnudar el temor del establishment estadounidense por el futuro, al punto que desató una guerra comercial que Joseph Biden no parece dispuesto a desarticular y podría ser la antesala de una guerra en todos los terrenos. En la última cumbre del G7, en el Reino Unido, el sucesor de Trump conminó a los líderes de los países más ricos de Occidente a poner el foco en frenar el avance de China en todos los ámbitos.
Para interpretar los pasos que da Beijing, sin embargo, los sinólogos recomiendan no perder de vista de que se trata de una cultura que durante gran parte de sus 4.000 años de historia fue la más avanzada y rica de la humanidad. Y recurren al ejemplo de los juegos de tablero más representativos en ambos hemisferios terrestres, uno cultor del ajedrez y el otro del go (wéiqí), nacido en China y popularizado desde Japón. La esencia del ajedrez consiste en elaborar estrategias para derrotar al rey contrario o al menos lograr que se rinda. En el go, en cambio, se trata de rodear territorialmente al adversario, dejarlo sin grados de libertad hasta que no se pueda mover. No se trata de eliminarlo. Antiguamente una partida podía durar días, aunque a medida que se fue profesionalizando se establecieron reglas más estrictas. Pero se recuerda una partida entre Honinbo Shusai y Karigane Junichi en 1920 que se desarrolló durante 20 jornadas.
Para Gustavo Girado, director del posgrado sobre Estudios en China Contemporánea de la Universidad Nacional de Lanús, «el camino de China no es plantearse como potencia, no trata de convertirse en un hegemon tal cual lo padecieron en los últimos 200 años». Y lo ejemplifica así: «La intervención militar, la fuerza para hacerse de mercados y el cañoneo permanente de los puertos de aquellas economías más cerradas han demostrado cuál es la actitud imperial». De eso conocen por las invasiones británicas, portuguesas y en el siglo XX, de Japón.
Silvina Romano, investigadora del CONICET e integrante del Área de Estudios Nuestroamericanos del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, explica que la pauta del rol global del gigante asiático lo da esa guerra económica impulsada por Trump que en el fondo tenía como base una guerra tecnológica. «Muy rápidamente China se puso a tiro con el desarrollo de nuevas tecnologías sobre todo en lo militar, algo que no se esperaba tan rápido, en la carrera del espacio y en esta articulación entre lo digital a nivel seguridad y la posibilidad de control de todo lo que sea telecomunicaciones».

Fábrica. Trabajadores producen chips LED en Huaian, provincia de Jiangsu. (STR/AFP/Dachary)

Zonas de influencia
Es que el desarrollo a todos los niveles de la que actualmente es la segunda economía del planeta fue explosivo por varias décadas a partir de las reformas económicas de Deng Xiaoping en 1979, y de ser el taller del mundo sustentado en mano de obra barata se convirtió en productora de tecnologías más sofisticadas, como la plataforma 5G de comunicaciones.
Fue Trump quien apuntó todos sus cañones a empresas chinas de alcance internacional y fundamentalmente a Huawei, a la que en todo el mundo califican como la más avanzada en esa nueva tecnología. En su cruzada recibió apoyo de países europeos, aunque ya muchos habían cerrado tratos con la firma asiática. Es así que Boris Johnson prohibió a Huawei participar en licitaciones para 5G haciéndose eco de la acusación de Trump de que era un instrumento de vigilancia para Beijing. La Unión Europea por ahora se resiste a las presiones.
Pero China también se ofrece como alternativa para el desarrollo de países de su región de influencia, a través de organismos que actúan como contraparte de los surgidos de la Segunda Guerra Mundial, como la Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés), un acuerdo de libre comercio entre los diez estados miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y Australia, Corea del Sur, Japón y Nueva Zelanda. O la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), junto con Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán. Nada menos que el 40% de la población mundial y el 60% del PIB global. Eso sin olvidar el megaproyecto de la Ruta de la Seda, una propuesta global que avanza por tierras y mares y a la que Argentina pretende sumarse.

Hong Kong. Manifestantes contra la nueva ley de seguridad nacional en ese territorio. (Wallace/AFP/Dachary)

No es osado decir que la pandemia no fue obstáculo para las empresas radicadas en el gigante asiático y cada vez hay más certezas de que el oriente milenario está a las puertas de recuperar su papel de centro del mundo, como lo fue durante milenios.
Durante el 2020, China fue el único país que mostró crecimiento económico positivo, cierto que de un magro 2,3%. Pero el año anterior el PIB había crecido 6,1% contra 2,2% de EE.UU. en 2019 y un promedio aún menor para el resto de las mayores economías. El PIB mundial del año pasado ubica en primer lugar a EE.UU., con unos 19 billones de dólares y segundo a China, con 13 billones, citando números redondos. El tercer lugar no lo ocupa un país sino una organización monetaria, la zona euro, con 12 billones. El cuarto lugar lo ocupa Japón, con unos 5 billones de ingresos totales y el quinto, Alemania, con 4 billones.
Un tema que alerta a los estrategas estadounidenses es que durante la primera ola de la pandemia, China fue el gran proveedor de insumos médicos de Europa y hasta EE.UU., del mismo modo que ahora colabora con vacunas, lo que le permite ir ocupando espacios de legitimidad en países de África y de América Latina, donde desde hace décadas ya es un jugador económico importante.

Centenario. Una mujer y una niña observan una exposición fotográfica con motivo de los 100 años del Partido Comunista chino, en Beijing. (Zhao/AFP/Dachary)

Cambio de época
«Una gran parte del empresariado, los sindicatos y el pueblo estadounidense se mantiene gracias al intercambio comercial con China, pero industrialmente los ha sobrepasado. Y en tecnología de punta también», sostiene Mariano Ciafardini, doctor en Ciencia Política y analista en el Instituto Argentino de Estudios Geopolíticos (IADEG).
«Estamos ante un cambio de época –aventura Ciafardini–. Lo que está en decadencia no es EE.UU. como nación sino el capitalismo como sistema y EE.UU. está pagando los costos de ser el país que sostiene el sistema». Para el autor de Globalización. Tercera (y ultima) etapa del capitalismo, frente a esa decadencia está surgiendo una versión del socialismo «que no es el exactamente como soñábamos en los 60 o 70, sino un socialismo que viene de la mano de un fenomenal desarrollo de las fuerzas productivas y aprovecha instrumentos del capitalismo para desarrollarse».

Ciafardini. «Lo que está en decadencia no es EE.UU. como nación sino el capitalismo.»

Girado. «El camino de China no es plantearse como potencia.»

Romano. Analiza la influencia de la guerra económica iniciada por Trump.

NG. Disímiles miradas sobre derechos humanos, en Oriente y Occidente.

«China sigue los mecanismos de cooperación que nominalmente se plantean en las instancias multilaterales desde la Segundan Guerra hasta acá –añade Girado–. Pero el mundo post Breton Woods es el que está siendo cuestionado por China. Y eso la convierte en vocero de países en desarrollo porque ahí es donde tiene mayor cantidad de adhesiones: proponen cooperación y hasta plantean transferencia tecnológica, cosa que en Occidente no se consigue. Un préstamo de China no tiene las mismas condicionalidades que uno del FMI o el Banco Mundial», concluye el autor de ¿Cómo lo hicieron los chinos?.
Hay pocas dudas de que la cuestión que más puede preocupar a los ciudadanos de a pie de todo el planeta es si la sangre puede llegar al río entre EE.UU. y China. Por más que haya una gran diferencia de armamento de alta letalidad, como artefactos nucleares, en favor del mundo occidental, la nación asiática tiene hoy día los recursos humanos y materiales como para ponerse al día si lo necesitara.
China ya no se queda callada. Lo demostró en el encuentro de cancilleres que se desarrolló en Alaska a mediados de marzo, ante las frases altisonantes de los representantes estadounidenses. «Estados Unidos debe entender y ver el desarrollo de China objetiva y racionalmente. (…) debe trabajar con China en un nuevo camino de coexistencia pacífica y cooperación de ganar-ganar, (…) debe respetar y tolerar el camino y sistema que China ha elegido de manera independiente, (…) debe practicar el multilateralismo en un sentido real». El quinto ítem dice que «Estados Unidos no debe interferir en los asuntos internos de China», recomendó el canciller Wanh Yi.
Al celebrar el centenario del PCCh, Xi Jinping fue más crudo: «El tiempo en que el pueblo chino podía ser pisoteado, en que sufría y era sometido, ha terminado para siempre (…) El gran renacimiento de la nación china ha entrado en un proceso histórico irreversible».
Desde el otro lado del océano, la postura de Joe Biden sobre su competidor más inmediato y perseverante mantiene la estrategia pergeñada en tiempos de Trump, aunque con modos menos estentóreos. «China no se convertirá en el país líder del mundo, el país más rico del mundo y el país más poderoso del mundo… ante mi mirada».

Revista Acción, 26 de Julio de 2021